QUIERO MORIR EN MI TERRUÑO
Fue celebrado en nuestra ciudad el primer asado del año del grupo de futbolistas veteranos que juegan los domingos a la mañana en la asociación de fomento, empezando el partido entre las diez y cuarto y diez y media de la mañana porque varios se quedan boludeando en el vestuario. Por ser la primera velada del 2011 propuse, en ocasión del brindis número uno, que todos aquellos que mantuvieran vigentes pleitos, peleas, inquinas, litigios u odios pendientes, los depusieran y comenzaran de cero, como si fueran computadoras reseteadas después de que se les quemó el disco rígido. Gracias a mi elogiable propuesta se pudo ver el espectáculo de parejas de hombres abrazándose y besándose, a más de prometiéndose eterna amistad y simpatía sempiterna. Luego se comenzó a hablar de la temporada de viajes para el corriente año, que incluye partidos en Necochea, Rosario, Colón (provincia de Entre Ríos) y, por último, el viaje tradicional e histórico a la República Oriental del Uruguay, para enfrentar a nuestro similar uruguayo, entendiéndose la palabra similar como una mera expresión de deseos porque de similares no tenemos nada (los uruguayos son buenos y nosotros malos). Empero, a poco que ensayé un recuento de nuestras fuerzas futbolísticas concluí en que pocas y diezmadas posibilidades nos auguran ab-initio un futuro de derrota:
Diego, uno de nuestros valores más jóvenes ha sido operado de la rodilla (osteocondritis). Lo vemos en la foto ayudado por una muleta y con una bolsita que guarda el plato y los cubiertos. El médico, tan macanudo como cualquier facultativo que en su vida pisó una cancha de fútbol, le dijo que tenía para un año hasta que pudiese volver a jugar.
H, en un partido jugado en una mañana tórrida como pocas, sintió una lipotimia acompañada por dolor de pecho y brazo, circunstancia que lo atemorizó en extremo al punto que fue a visitar al médico sin necesidad de que su mujer lo obligara. Luego de una batería de estudios que incluyeron la colocación de un holster, se descartó cualquier patología de orden cardiovascular. Pero el muchacho quedó algo desmotivado, como descorazonado.
L., en Diciembre del año pasado se rompió el tendón de Aquiles, fue operado y, en medio de la recuperación, volvió a romperse en el mismo lugar. Una nueva intervención vino a poner un signo de interrogación en su futuro futbolístico. Mientras tanto se candidatea para dirigir técnicamente al equipo, ya fuese en compañía del actual entrenador o en soledad, una vez que se pueda desplazar a patadas al histórico. El recuerdo del último 1-10 contra los orientales coadyuva a imaginar una violenta eyección para nuestro querido deté de toda la vida.
R. terminó de jugar un partido hace cosa de un mes y un dolor insoportable en un pie lo obligó a la consulta con un médico, primero, y más tarde con un especialista en pie. Este último lo desahució al comunicarle que nunca más en la vida podría jugar al futbol ya que tenía seriamente resentidos los ligamentos, los tendones y los huesos, además de un quiste y un espolón. Pero R. no se resignó y consultó a otro facultativo que supo ser arquero de la selección nacional y campeón con Rosario Central. Este último le comunicó que tenía seriamente resentidos los ligamentos, los tendones y los huesos, además de un quiste y un espolón, pero que podía seguir jugando sin ningún problema.
No falta quien, también por una grave defección de su rodilla, estima que deberá olvidarse de lo que es correr y está comenzando una carrera de golero. Yo le cedí mis rodilleras y mis guantes en una ceremonia privada que no estuvo exenta de emoción.
Qué decir de quien fuera nuestro mejor defensor, que tuvo que pasarse a un puesto sin tanta responsabilidad (suplente), también por la fragilidad de las rodillas !Ay las rodillas!
Ninguno de ellos piensa, sin embargo, en renunciar a su pasión, no quieren, no consideran tal posibilidad, minimizan sus lamentos delante de sus esposas y lloran de dolor sentados en sus retretes. ¿Por qué esta lucha desigual con final cantado contra el tiempo que ya no sabe cómo decirnos que busquemos un pasatiempo más tranquilo porque el físico ya está vencido como un yogur? Muy sencillo, porque los logros deportivos no se igualan con casi ningún otro éxito, ya sea material o de cualquier otra índole. Es cierto que esos sucesos se disfrutan en la intimidad del ser individual. Los hombres bien sabemos la reacción de nuestras mujeres cuando les contamos: ¡no sabés el golazo que me mandé! En el mejor de los casos, las más amorosas nos dirán: ¡Bien, te felicito! pero su actuación nos resultará tan floja como la de cualquier actriz argentina, por ejemplo Carla Piterson.
¿Por qué insistimos aun sabiendo que no podemos más? Una vez le pregunté a un gran amigo llamado Memo, que se había dedicado a los deportes ecuestres, la razón por la cual había elegido actividad tan extraña al ser nacional y popular, o cuanto menos tan alejada de lo que es común como el fútbol, rugby o el tenis. Muy sencillo -me contestó-, porque por fin encontré un deporte que hago bien. Y nada brinda tanta satisfacción como hacer algo bien. Ahora bien, también se puede pintar correctamente la reja perimetral de tu casa. Y aunque sé que no es imposible lograr el nirvana pintando una reja, a ese cubrimiento con esmalte sintético le falta el contenido épico, el sabor a proeza. Y ahí tenemos el segundo elemento que nos ayudará a justificar la locura quijotesca del viejo que no renuncia. La primera, habíamos dicho, es que seguimos jugando porque es una de las pocas cosas que sabemos hacer. Ayudados por la endorfina benefactora que viaja por nuestra sangre y provee de euforia y buen humor a cada una de nuestras células cuando realizamos un ejercicio físico, ese logro deportivo insignificante para el mundo, esposa e hijos, se convierte, para nosotros, en una gesta que nos hace héroes. Pero la endorfina, por sobre todo, al embriagarnos de placer, nos hace creer que jugamos bien. Y es así que, cuando convierto un gol -o lo evito sobre la línea- en el instante en que la pelota ingresa en el arco -o se va al córner- me siento como flotando en una nube de Claudio Ubeda. Al poco tiempo, claro, se te pasa. El efecto dura lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks. Ah, cuesta explicarlo pero es una sensación inigualable. Por eso los pobres viejos seguimos y seguimos, y no vemos con antipatía un día por venir en el que sucumbamos adentro de una cancha, comiendo un poco de tierra después de la caída torpe y antes del último estertor. Qué mejor manera de partir, de irse al descenso (a los infiernos): menos hospital, menos enfermeras antipáticas, menos doctores sin compromiso, menos remedios recetados al voleo. No faltará el que diga: este guacho se murió cuando iba ganando, hay que ser ventajero.
12 Comments:
Peor sería comentar: "Éste siempre se borra en las finales"
o se está haciendo el muerto
te falto la taquicardia del Tano
si, me quedé corto. Hay varios más...
O sea: es hora de un partido homenaje multitudinario...
Cada domingo es un partido homenaje.
ninguno tiene problemas "mentales" ??? no son peores que los físicos??? me parece que le van a traer más inconvenientes....por la edad promedio que ud. comenta. digo no? oooooojjjjjjjjjoooooo.
¿Problemas mentales? Todos. Es más, hemos echado del grupo a quienes no los tenían.
jajajajajajaja o sea "normales" abstenerse de participar. Qué grupito !!!!
los normales se quedan en su casa tomando mate y mirando por la ventana
Es notable como se encuentra destilado en este breve pero preciso tratado la naturaleza heroica que en contra de todas las posibilidades y realidades factuales nos impulsa a hacer caso omiso de la fragilidad de nuestro continente físico en pos de un ideal abstracto e incomparable...
¡Se me caen las lágrimas evocando las gestas de tan invencibles espíritus!
NUMITA, ENTENDISTE LA IDEA
Publicar un comentario
<< Home