HACIA LAS ELECCIONES GENERALES DEL AÑO 2011. ALGUNAS CUESTIONES EN TORNO A LA PROBLEMÁTICA DE LAS DENOMINADAS LISTAS COLECTORAS.
Gracias a las facilidades que otorga el sistema de las “listas colectoras” hoy la presidente de la Nación está en condiciones de presentarse como candidata para las próximas elecciones, no sólo en la lista de su propio partido, el Frente para la Victoria, sino en cualquier otra sábana que la patrocine en tal carácter aunque no sea de su misma agrupación. Así es como el candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, señor Martin Sabatella ha acogido en su boleta a la presidente, doctora Cristina F. de Kirchner, lo que dio lugar a una variedad de situaciones humanas a las que me voy a referir con la autoridad que me otorga el hecho de pertenecer a la misma generación que los principales involucrados. Hablo casi como si hubiesen sido compañeros del secundario a los que le firmé el guardapolvos y la camisa el último día de clase. Yo sé bien cómo pensaron y piensan los pelados y teñidas de hoy que compartieron mi tiempo juvenil en la época en que había que levantarse para cambiar de canal. A mí no me la van a contar. Yo estuve allí. Yo fui testigo con Arturo Bonín.
El gobernador Scioli, que buscará su propia reelección, se encuentra hoy ante el intríngulis de que, con el sistema de “listas colectoras”, se le restarán votos para su propósito político de renovar el mandato por otro cuatrienio. Esos votos teóricamente se derivarían hacia Sabatella, para el supuesto de que hubiera ciudadanos que desean votar a la actual primera magistrada (que figurará en su lista como candidata a la presidencia) pero que no están de acuerdo con la gestión gubernativa del ex campeón mundial de motonáutica. Pero: ¿qué impacto produjo este tejemaneje electoralista en el fondo insondable del gobernador bonaerense?
Yo tenía un compañero de secundaria (Guillermo) que estaba de novio con otra compañera (del colegio, ahora estamos con la acepción no política del término “compañero”). Dicha compañera, cuyo nombre era Liliana (Lily), cierto viernes de primavera, le comunicó a su novio que el sábado no iría con él al asalto (asalto se llamaba a las fiestas juveniles en las que el chico llevaba la bebida -coca o Fanta- y la chica la comida -emparedados de pan lactal con paté-) Lo peor llegó enseguida del primigenio anuncio: le agregó a Guille que iría al baile con un muchacho del otro quinto. La sorpresa de mi compañero, vecina casa con casa al estupor, estuvo muy bien disimulada porque el muchacho tenía el atributo de la discreción, el anonadamiento, la timidez, o el cálculo. De modo que, si le hizo saber a su novia Lily que no estaba de acuerdo con su conducta, ella no se enteró o tomó nota y pasó a otro tema. El proceder de nuestra compañera dio origen a una polémica que solía llegar a su punto de efervescencia durante las horas muertas que eran las horas libres: algunos denostaban a la chica por la deslealtad que suponía abandonar al novio oficial para salir, aunque fuese por un único asalto, con otro. Y, para peor, del otro quinto. Aquellos que apoyaron a Liliana (muchos de ellos en cumplimiento de la debida lealtad por el beneficio que ella les dispensaba cuando sacaba su brazo de la hoja para que se pudieran copiar) sostenían que no era para tanto, que ella quería salir con el de la otra división porque se comentaba que bailaba maravillosamente el ritmo a go-go, mientras que su novio se había quedado en el twist, ya pasado de moda. La chica sólo quería ser parte de esa máquina de baile que es la pareja danzarina cuando funciona aceitadamente. En el momento en que ello ocurre se despierta la admiración entre los circunstantes y se alimenta la vanidad del veleidoso (o la veleidad del vanidoso). Fuese el acto de Lily legítimo o deleznable, yo he visto llorar a Guillermo en los rincones. Salvo una vez que lo vi llorar en el planetario (que carece de rincones). Cuando le preguntaba que qué le pasaba contestaba que nada. Yo no podía discernir si Guille tenía dignidad o si, por el contrario, era un imbécil de alta gama. Lo que no admite prueba en contrario es que mi compañera Liliana (Lily), con aquella audaz movida, ganó cierta popularidad en algunos muchachos de la otra división (quinto primera) entusiasmados por lo moderno de su comportamiento. Los muchachos de nuestro tiempo comenzaban a simpatizar con el modernismo que había nacido con el Mayo francés y Los Beatles. De la boca para afuera, al principio. Y al final también. A su vez, Liliana (Lily) perdió porciones de consideración en nuestro quinto, dentro del subgrupo de aquellos que juzgaron su perfidia como un serio traspié en el orden moral que hundió a Guille en considerable desasosiego. Mi compañero nunca hacía alusión al suceso. Cada vez que le preguntaba cambiaba de tema o me salía con una respuesta larguísima sobre cualquier otro asunto. Prefería centrarse en lo positivo, siempre mirando hacia adelante. Nunca dio el brazo a torcer.
10 Comments:
Pobrecito nuestro Guillermo, ni siquiera podrá dar el brazo a torcer, u know...
Usté también me engañó con la foto del Coya que me había prometido!!
(buaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhh)
Pobre Guille y pobre Luigi. Pero al cuyanito le voy a cumplir, tenga pacencia
LO de Guille es Amor. Esto es política. Otro juego, otras reglas.
Sorry. Debe ser el reuma.
¿Y quién te dijo que Guille estaba enamorado? ¿Dónde encontraste escrita la palabra amor en el informe? ¿cómo quedó la cancha chica después del arreglo?
OK.OK.TOUCHÉ. SOLO CELOS.
LA CANCHITA LUCE UN ABOVEDADO PROMETEDOR. TODO EN TIERRA, CLARO. IDEAL PARA TOSCOS.
VA A JUGAR UD?(NO POR LO DE TOSCO, EH?)
Estoy pensándolo. Capaz que sí
se elige hoy 16.00 hs. lo anoto??
Me encanta su foto de perfil Julay cuanto hace que no lo veo y que guapo está.-
gracias, querida, pero no soy yo.
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