Célebre escena del film Una noche en la opera. El camarote atestado de gente da una idea aproximada de cuán poblado estaba el despacho de la escribana.
LOS TRES CHINOS - De Zen La Tseng (Desenlace)
LOS TRES CHINOS - De Zen La Tseng (Desenlace)
En un pequeño despacho de dos metros y medio por tres con quince se aglomeran unas personas involucradas en la firma del contrato de locación referido a un local sito en Providencia con destino de supermercado (chino). Como quedó dicho, El chino number one, en una primera instancia, no había podido firmar por carecer de papeles en regla. El hijo de Confucio estaba desesperado y exageró con que, de no firmarse, se tiraba al río. Finalmente trajo en su reemplazo a otro chino (number two) que no sabía hablar en castellano, de manera que number one (en adelante NO) le hizo de intérprete a number two (en adelante NT). El garante (chino number three) nunca se hizo presente lo cual en un punto nos dispensa de la problemática de tener que designarlo también como NT (three comienza con la misma letra que two). En su lugar se presentó su cónyuge y apoderada. La dama china vino con su hija de unos veinte años y todos ellos acompañados de un par de abogados mellizos y gemelos, que incluso vestían igual, aunque si no lo creen no los culpo. Volvamos a recordar las medidas del despacho notarial: dos y medio por tres con quince.
Sumemos a lo antes nombrados a la escribana, a quien secundaba la oficiala primera, una morocha de buen ver y, por último, un servicial, quien esto escribe, un amigo de todos ustedes. Y por supuesto, La Locadora con dos de sus hijos mayores. Si la cuenta no me sale mal éramos doce personas en un ámbito reducido. No alcanzaban las sillas ni el oxígeno. Mientras la escribana daba lectura al apasionante contrato, yo me acordé de una inolvidable escena de la película de 1935 protagonizada por los hermanos Marx, que lleva el nombre de Una noche en la Opera y cuya foto me exime de comentarios. Así estábamos nosotros, embutidos, ensardinados, en ese ambiente denso como callejón de barrio chino en noche neblinosa. El acto se desarrolló sin sobresaltos. Los abogados gemelos, a quienes designaré como Pixie y Dixie, y que concurrían como asesores del chinaje, molestaron con escasas intervenciones y todas ajustadas a derecho, pero siempre con el animus de lucirse ante sus clientes, justificar sus emolumentos ¡y alargar al divino Pe Dong la firma!
A manera de epílogo: un nuevo supermercado chino se abrirá en Providencia.
A manera de post data: El día anterior al de los eventos relatados recibí la visita de un señor chino, dueño de otro supermercado chino, ubicado a pocos metros del local arrendado, que una tarde había pasado por mi oficina justo en el momento en que yo estaba con NO y me preguntó (se conoce que sospechaba el muy radino) si le iba a alquilar al chino un local para supermercado chino. Se lo negué y después pedí perdón al Altísimo por mentir. Cuando el chino me hacía la consulta yo me fijaba en su dedo meñique porque una amiga me refirió que suelen usar la uña larga con el pretexto de que les sirve para cortar los packs de plástico, pero ella sospechaba que preferían utilizarla para seccionar yugulares de enemigos en caso de desacuerdos. Un frío me corrió por la espina bífida. Pero descarté la idea repitiendo tres veces CANCELAR como me enseñó el método Silva.
¿Nombres sugeridos para el emprendimiento? Argenchino. No, ya tenemos. La Muralla China. No, ya hay. Se me acaba de ocurrir una divertida trivia: Nombres para supermercados chinos, como por ejemplo, Wal-Mao, y lo pueden usar.
Sumemos a lo antes nombrados a la escribana, a quien secundaba la oficiala primera, una morocha de buen ver y, por último, un servicial, quien esto escribe, un amigo de todos ustedes. Y por supuesto, La Locadora con dos de sus hijos mayores. Si la cuenta no me sale mal éramos doce personas en un ámbito reducido. No alcanzaban las sillas ni el oxígeno. Mientras la escribana daba lectura al apasionante contrato, yo me acordé de una inolvidable escena de la película de 1935 protagonizada por los hermanos Marx, que lleva el nombre de Una noche en la Opera y cuya foto me exime de comentarios. Así estábamos nosotros, embutidos, ensardinados, en ese ambiente denso como callejón de barrio chino en noche neblinosa. El acto se desarrolló sin sobresaltos. Los abogados gemelos, a quienes designaré como Pixie y Dixie, y que concurrían como asesores del chinaje, molestaron con escasas intervenciones y todas ajustadas a derecho, pero siempre con el animus de lucirse ante sus clientes, justificar sus emolumentos ¡y alargar al divino Pe Dong la firma!
A manera de epílogo: un nuevo supermercado chino se abrirá en Providencia.
A manera de post data: El día anterior al de los eventos relatados recibí la visita de un señor chino, dueño de otro supermercado chino, ubicado a pocos metros del local arrendado, que una tarde había pasado por mi oficina justo en el momento en que yo estaba con NO y me preguntó (se conoce que sospechaba el muy radino) si le iba a alquilar al chino un local para supermercado chino. Se lo negué y después pedí perdón al Altísimo por mentir. Cuando el chino me hacía la consulta yo me fijaba en su dedo meñique porque una amiga me refirió que suelen usar la uña larga con el pretexto de que les sirve para cortar los packs de plástico, pero ella sospechaba que preferían utilizarla para seccionar yugulares de enemigos en caso de desacuerdos. Un frío me corrió por la espina bífida. Pero descarté la idea repitiendo tres veces CANCELAR como me enseñó el método Silva.
¿Nombres sugeridos para el emprendimiento? Argenchino. No, ya tenemos. La Muralla China. No, ya hay. Se me acaba de ocurrir una divertida trivia: Nombres para supermercados chinos, como por ejemplo, Wal-Mao, y lo pueden usar.
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2 Comments:
jajaj muy bueno che en serio...la fotito de chang me mato...abrazo y lo seguire visitando eh
date una vuelta por el mio..escucho criticas por se rnovato je
http://2papiros.blogspot.com/
La escena promiscua de la peli de los Marx Bros. me incomoda, julito. Voy a llamar a la liga de moralidad.
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