ALQUILER DE LOCAL PARA CANTO-BAR
Voy a mostrar un local de novecientos metros cuadrados a una pareja de señor y señora cuarentones que tienen intención de poner un canto-bar. Hasta ahí todo bien. El local fue hace años un boliche bailable pero se fundió por su sobreabundancia de borrachos, drogadictos y patovicas. Cuando llegamos al centro de la pista principal el matrimonio se bifurca. Son novecientos metros. Cada uno por su lado comienza a observar las dependencias, lo que me predispone mal porque no sé a quién seguir. Si lo sigo a él, podría ser tachado de machista, si la sigo a ella, no sería extraño que se me aplicara el nefando baldón de pollerudo. El hombre me pregunta cuántos mingitorios tiene el baño de caballeros y dónde está. Le contesto (diez y arriba) y se va a ver la barra. Viene la mujer y me pregunta cuántos mingitorios tiene el baño de caballeros y dónde está. Le respondo y se va a ver el cubículo del disc-jockey. Viene el hombre y me consulta si debajo de la tarima de madera para bailar hay piso o qué. Contesto y se va a ver el guardarropa. Viene la señora y me interroga si debajo de la tarima de madera para bailar hay piso o qué. Le respondo y se dirige a ver la boletería. Viene el chabón. ¿Dónde está la instalación eléctrica? Lo llevo a analizar la instalación eléctrica. La analiza y se va a ver los sistemas de ventilación. Yo parado en la pista principal como si tuviera fiebre de sábado por la noche. Viene la mina y me pregunta dónde se encuentra la instalación eléctrica. La llevo a ver la instalación eléctrica. Mi otro yo del doctor Merengue les está gritando: ¡Quédense juntos y no me hagan decir dos veces lo mismo, carajo! ¿Tendré un mal día?
2 Comments:
jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa habrá terminado más chivado que Travolta!
(hagamos votos para que el matrimonio se ponga de acuerdo a la hora de pagar la comisión y no lo tengan paseando por todos los rincones de Providencia)
amén
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