jueves, septiembre 29, 2011


GENTE MAYOR
He pasado a buscar a N. para llevarlo a cobrar su haber jubilatorio. Lo transporto en mi auto mientras sostenemos una conversación más bien módica: yo soy de poco hablar y él de poco escuchar. Padece de algunos problemas auditivos. Le digo: Hoy va a hacer calor y él me pregunta ¿Olga se casó? ¿Quién es Olga? Entonces reformulo el comentario con voz más potente: Va a haber ascenso de temperatura. El contesta: Ah, la que hizo el censo en lo de Yaryura. No, no la conozco a Olga. Y a Yaryura tampoco.
No se me acuse de que no lo intenté. Pero no puedo andar gritando como un poseso. Lo dejo en el banco 45 minutos antes de que abra sus puertas. Pero a él le gusta hacer la fila. Siempre queda en la ubicación quinta o sexta detrás de viejitos aun más tempraneros. N., cuando llega, le ofrece al grupo un chiste del tipo: "Acabo de escuchar que no hay más plata para los jubilados." Los viejitos no llegan a entrar en pánico porque ya conocen el chascarrillo. A N. no le molesta hacer la fila aun cuando la temperatura sea de cinco grados. Su hija le objeta: ¿Por qué no vas a las nueve y esperás sentado adentro en lugar de morirte de frío afuera, papacito? N. le contesta: porque me gusta ser de los primeros en ser atendido, querida E. (y termina su nombre de pila con ita) La hija le retruca: ¡Pero antes te comiste casi una hora a la intemperie con menos de cinco grados! Ya que estás dispuesto a esperar, por lo menos hacelo sentado y con una estufa cerca.
Pero N. nunca aceptará esa propuesta sencillamente porque la rutina constituye una de las últimas seguridades de su vida. Y es bueno sentirse seguro para los ancianos de 85, que en la mayoría de los casos no pueden estar seguros ni con la vida, ni con la salud, ni con la atención de los otros. La rutina es el refugio de la vejez. No lo dijo Narovsky pero parece. N. charla con los otros viejitos de la fila y siempre propone temas diversos para explayarse porque es informado y culto. A veces alguno se admira de la cantidad de cosas que N. conoce y éste responde así al elogio: Eso es gracias a la televisión (hace una pausa efectista) Cuando en casa prenden la televisión me voy al living a leer.
Y los viejitos se ríen aunque sea un chiste reiterado por lo menos una vez cada dos cobros. Juega a su favor el olvido, que es una de las tantas virtudes de la ancianidad.

miércoles, septiembre 28, 2011

10 AÑOS – EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA CONMEMORATIVA DE LOS DIEZ AÑOS DE ENCUENTROS INTERNACIONALES FUTBOLÍSTICO-SOCIAL-CULTURAL-ALIMENTICIOS ENTRE NUESTRA ASOCIACIÓN DE FOMENTO Y EL CONJUNTO URUGUAYO DENOMINADO ARQUI-90.-
URUGUAYOS Y ARGENTINOS, EL DÍA PREVIO A LA COMPETENCIA, COMIENDO PIZZA Y PROMETIÉNDOSE MUTUAMENTE GOLES Y PATADAS.
10 AÑOS – EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA CONMEMORATIVA DE LOS DIEZ AÑOS DE ENCUENTROS INTERNACIONALES FUTBOLÍSTICO-SOCIAL-CULTURAL-ALIMENTICIOS ENTRE NUESTRA ASOCIACIÓN DE FOMENTO Y EL CONJUNTO URUGUAYO DENOMINADO ARQUI-90.-
URUGUAYOS GASTANDO A ALGUIEN.
10 AÑOS – EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA CONMEMORATIVA DE LOS DIEZ AÑOS DE ENCUENTROS INTERNACIONALES FUTBOLÍSTICO-SOCIAL-CULTURAL-ALIMENTICIOS ENTRE NUESTRA ASOCIACIÓN DE FOMENTO Y EL CONJUNTO URUGUAYO DENOMINADO ARQUI-90.-
LUGAR DE CONCENTRACIÓN DE AMBAS DELEGACIONES. SI DESPUÉS JUGÁS MAL NO SÉ QUÉ MÁS PRETENDÉS.
10 AÑOS – EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA CONMEMORATIVA DE LOS DIEZ AÑOS DE ENCUENTROS INTERNACIONALES FUTBOLÍSTICO-SOCIAL-CULTURAL-ALIMENTICIOS ENTRE NUESTRA ASOCIACIÓN DE FOMENTO Y EL CONJUNTO URUGUAYO DENOMINADO ARQUI-90.-
PUNTA DEL ESTE 2006 - MESA DE ENSALADAS - EN PRIMER PLANO QUIEN FUERA UNA DE NUESTRAS MASCOTAS OFICIALES Y QUE HOY YA NO ES CALVO NI LAMPIÑO.
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OBDULIO TRASANTE CON SU MODERNÍSIMA CÁMARA QUE CARGA ROLLOS DE HASTA 36 FOTOS.
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PELIGROSO TERO DE LA LAGUNA DEL SAUCE QUE TE PICA EL SESO SI TE VE CERCA.
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PUNTA DEL ESTE 2006 - CAMPAMENTO DEL EQUIPO VISITANTE.
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2006 - TOMANDO SOL EN PUNTA DEL ESTE - Más tarde, el argentino que está en primer plano, haría cien largos en la piscina del hotel, pero en el partido del día siguiente no pudo levantar las patas. Hay que ser.
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REGANDO EL FIELD DE PUNTA DEL ESTE PARA QUE LOS JUGADORES PUEDAN DESPLEGAR SU JUEGO EN PLENITUD.
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PUNTA DEL ESTE - 2006 - ARGENTINO RECIBE LAS FELICITACIONES LUEGO DE SU DISCURSO QUE SIEMPRE COMIENZAN CON LA FRASE "DECIR URUGUAY..." CONMOVEDOR

martes, septiembre 27, 2011

10 AÑOS – EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA CONMEMORATIVA DE LOS DIEZ AÑOS DE ENCUENTROS INTERNACIONALES FUTBOLÍSTICO-SOCIAL-CULTURAL-ALIMENTICIOS ENTRE NUESTRA ASOCIACIÓN DE FOMENTO Y EL CONJUNTO URUGUAYO DENOMINADO ARQUI-90.-
2007 - AMBAS DELEGACIONES EN LA CONCENTRACIÓN DEL HOTEL POSTA DEL LAGO - PUNTA DEL ESTE
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2007 - PUNTA DEL ESTE - RECONOCIENDO EL CAMPO DE JUEGO - EL BOLA EN OJOTAS -
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2007 - MERCADO DEL PUERTO - ORDENANDO EL ALMUERZO MIENTRA SE DEGUSTA EL FAMOSO MEDIO Y MEDIO.

lunes, septiembre 26, 2011

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SALTO 2008 - URUGUAYOS Y ARGENTINOS EN UNA PISCINA DE AGUA CALIENTE, EN LAS TERMAS DE DAYMÁN, PRACTICANDO ACQUA DANCE. MI PUNTAJE ES SECRETO.

sábado, septiembre 24, 2011

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ARGENTINO EN LA ESCALERILLA DEL AVIÓN, AL LLEGAR A MONTEVIDEO, SE CREE QUE ES EL GENERAL PERÓN O LOS BEATLES. ESO SÍ, LA BOLSA QUE LLEVA NO ES DEL FREE SHOP SINO DE LA TIENDA PERACHINO DE CASEROS.
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URUGUAYO Y ARGENTINO SE DISPONEN A PASAR CON UN CABLE DESDE UNA MONTAÑA A OTRA EN MINAS - URUGUAY.
PREVIAMENTE, EN EL ALMUERZO, TOMARON ALGUNO QUE OTRO TRAGUITO PARA DARSE CORAJE.
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AMBAS DELEGACIONES EN PUNTA DEL ESTE 2010 CUANDO NOS COMIMOS DIEZ GOLES.
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ROSARIO 2010 - PASEANDO POR ROSARIO - URUGUAYOS - OBVIO -
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MINAS 2009 - JUGADORES ARGENTINOS EN LA PISCINA DONDE SE DISIMULAN LOS VIENTRES PROMINENTES.
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LA PREVIA DEL PARTIDO EN MINAS - URUGUAY 2009 - JUGADORES COLOCÁNDOSE LAS HERRADURAS.

lunes, septiembre 19, 2011

MALA RACHA
Lo despidieron de la compañía después de treinta años de servicio. A los cincuenta y pico le resultó imposible conseguir otro empleo. De nada sirvió su a pesar de su copiosa experiencia. Con la indemnización, más algunos ahorros que tenía, instaló juntos a su segunda esposa una carnicería en La Plata, asesorado por su segundo suegro, carnicero de profesión y por tradición. Los primeros tiempos estuvieron bien pero luego, el aumento del precio de la hacienda, que hizo imposible trasladar los costos al producto minorista, hizo que debieran cerrar. Era una carnicería de las que ahora se denominan boutique, en un barrio de gente de buenas posibilidades económicas. Pero igual naufragaron. La carnicería donaba todas las semanas unos cien kilos de huesos con carne a un refugio de perros. Este es un dato que poco tiene que ver con lo medular del relato. Lo asumo. Posteriormente compraron la franquicia de una acreditada casa de tortas en la capital. Para ello se obligaron al pago de ochenta mil pesos, capital que se financió y por el que deben desembolsar cinco mil pesos mensuales. Lo que se come toda la ganancia del negocio como si fuese un postre balcarce. Parece mentira, dice este hombre que parece vencido. Desde los treinta años siempre tuve autos cero kilómetro. Ahora tengo que andar en colectivo. No sé ni cómo es el asunto de meter la moneda en la ranura.
Después se separó de su segunda esposa, quizás por los desmanes económicos pero mucho más por la imposibilidad de continuar conviviendo con los hijos adolescentes de la señora, con quienes se llevaba pésimo en días normales. El varón se fue a vivir solo, pero la escasa reserva que atesoraba se achicaba y se vio obligado a rescindir el contrato de locación del pequeño departamento que arrendaba. Entonces se fue a vivir con una de sus hijas y el marido a un departamento que éstos ocupaban de prestado. Pero ninguna incomodidad parecía significativa con tal de convivir con su primera nieta que le dio los pocos momentos de felicidad que pudo disfrutar entre tantas desventuras. Los padres del marido de su hija gozaban de una excelente situación económica. Eran dueños de un inmenso predio en las afueras de la ciudad sobre el que habían construído tres hermosas residencias. En una de ellas vivió la joven pareja un tiempo. El padre era un importante médico, director de un hospital de la zona y además propietario de un geriátrico que funcionaba de maravillas y que día a día crecía en clientela y prestigio. Al punto que el doctor necesitó hacer una ampliación para albergar en su negocio floreciente a más humanos marchitos. Un domingo citó al hijo, que era empleado del geriátrico, para que le ayudase a limpiar el terreno donde se erigiría el nuevo pabellón del hogar de ancianos. El heredero le mencionó que trabajaría solamente hasta el mediodía porque después estaba invitado a almorzar en lo de su suegro, que a la sazón es el protagonista de nuestra historia. El padre del joven se enojó y le dio someras cuanto bruscas lecciones sobre el significado del trabajo y el sacrificio. El hijo se encolerizó y comenzó una furibunda discusión que terminó cuando el padre echó al matrimonio de la casa, que en definitiva le pertenecía. La hija de nuestro hombre estaba embarazada. Pero el insensible doctor no tuvo reparos morales para dejarlos en la calle y con toda la ropa que pudiesen cargar adentro del auto. Nunca había sido buena la relación entre padre e hijo. El médico tenía varios departamentos en Mar del plata y Villa Gesell. Un año, la joven pareja pensó en veranear en una de aquellas propiedades, y llevar al padre de la chica y su segunda esposa, ya cuando comenzaban los problemas económicos para nuestro héroe. Pero el doctor le dijo a su hijo le prestaba el departamento pero no para que lo llenara con los familiares de su nuera. No fue esta ofensa la que más furioso puso al padre de la nuera. El colmo fue cuando su consuegro sugirió que tenía serias dudas de que el ser que ahora latía en las entrañas de su nuera fuese realmente de su hijo. E incluso recomendó que le hicieran a la chica un análisis de ADN. Eso puso fuera de sí al futuro abuelo que juró que iría donde su consuegro y le metería un tiro en la frente, promesa que hasta ahora no se ha hecho realidad. Volviendo a los tiempos actuales, nuestro desgraciado relator nos refiere cómo el dinero se le escurría entre las manos al no poder generar nuevos ingresos. Un día, para no gastar tan fácilmente los últimos seis mil pesos que le quedaban, los quiso pasar a dólares. Fue al banco a realizar la operación de cambio y mientras esperaba entró una rubia tremendamente hermosa y de cuerpo perfecto. Cuando terminó la transacción, nuestro atribulado protagonista emprendió el camino de vuelta hacia el departamento de su hija con el auto de ella porque el suyo ya lo había vendido. A pocas cuadras del banco fue interceptado por una moto, en cuya parte trasera iba la rubia espectacular que evidentemente había oficiado como marcadora. Por mil quinientos dólares rasposos esa mujer, que con su belleza le podría haber hecho tanto bien al mundo, se convirtió en partícipe necesaria de un delito que en nuestro país de hecho no tiene punición. El compañero de la rubia, que conducía la moto, se bajó del rodado y con un arma de puño comenzó a pegarle de culatazos en la cabeza al pobre hombre. Al cabo de unos quince golpes cambió la metodología y retomó la golpiza pero ahora con la punta del caño. Ya caído, el damnificado comenzó a recibir patadas en todas partes del cuerpo hasta que señaló con un dedo dónde estaba la plata. Así sí lo dejaron tranquilo. Con la cabeza rota y ensangrentada y la ropa empapada de púrpura asistió a la salita de primeros auxilios que no lo pudo atender porque no disponía de los instrumentos de costura aptos para recomponer cráneos abiertos. Optó por volver al departamento de su hija. La herida cicatrizó en un tiempo razonable.
Tiempos difíciles. Qué lejos habían quedado esas vacaciones que cada verano tomaba y que ahora debió cambiar por tres miserables días en San Clemente, alojados con su mujer en un hotel de medio pelo. Qué placenteros aquellos días en la costa con la tarjeta siempre lista. Cómo no recordar esas vacaciones en San Bernardo, antes del colapso actual, a la que se acoplaron hijos, padres y amigos de los hijos hasta completar una cantidad cercana a veinte en aquel hermoso dúplex de dos dormitorios. A pesar de la incomodidad, él disfrutaba de esa comunidad apretujada donde a veces puede percibirse la quimera de la unión familiar. Que se quebrantó tan pronto, a él y a su mujer, se les hizo patente, cómo se pasaban la mayor parte de la jornada en tareas de higiene, ordenamiento de ropa y bolsos, compras, preparación de las comidas y, como es lógico, barrido de la arena que almacenan los diversos calzados. Los convidados solían quedarse en el jardincito común que estaba en el centro de un semicírculo de dúplex pegados, jugando al fútbol tenis con una red traída por uno de los más deportistas. También estaban las dos perras del matrimonio que en general se llevaban bien salvo que surgiere el principal foco de conflicto que, como ocurre con todos los pichichos, lo constituye la comida y la creencia acertada de que no alcanza para todos. Un día quedó a mano un hueso de asado y eso dio origen a una tremenda pelea que dejó despedazados a ambos animalitos. Nuestro hombre había ido a dormir una muy pequeña siesta después de ayudar a su mujer a limpiar todo después del almuerzo. Antes de que la modorra pasara a la siguiente fase escuchó el grito de las perritas en lucha. Cuando salió al parque vio a toda la familia viendo la pelea sin reaccionar. Tuvo que acudir al agua para separarlas, pero en muy mal estado. Las llevó con urgencia a una veterinaria que estaba a pocas cuadras del dúplex. Pero el veterinario dijo que no las iba a poder atender por no se sabe qué carencias, si de material o de conocimientos. Y los derivó a la veterinaria de su padre ubicada en la localidad de Mar de Ajó. Ambas perritas sobrevivieron pero hubieron de ser sometidas a delicadas intervenciones quirúrgicas. Esas vacaciones con tanta gente no siempre salen bien. Pero ahora no había vacaciones ni nada. Y la amarga conclusión de nuestro amigo de que los que antes se acercaban ahora no aparecen. Para qué sirve un desocupado de cincuenta y pico. Pero volvamos a la casa de tortas. Que funciona porque los productos son de calidad pero no hay dividendo puesto que primero hay que pagar la cuota de la franquicia. Después de cierta cantidad de días, la mercadería que no se vende se tira. Podrían donarla a alguna institución pero no es recomendable porque si hubiese algún problema bromatológico que desencadenase un desorden gástrico en alguno de los beneficiados por la donación reposteril, la responsabilidad bien podría caer sobre el negocio. Y ya eran demasiados los problemas. Para qué comprarse un problema cuando éstos se nos pegan solos. Así relata el desgracias que alguna vez tuvo casa, coche y ahora lleva barba de un día. La barba de un día, en el C.E.O. de una empresa es canchero, en un desocupado, patético. Atrás quedaron los días en aquel triplex precioso en el barrio residencial. Parque y garaje. El día de la mudanza, llegó la pareja con su perrita, y luego de descargar todos los muebles, estibaron en la vereda las cajas de cartón que habían contenido los objetos y enseres del hogar anterior. Por allí pasó un señor mayor que le pidió amablemente si podía quedarse con las cajas. Naturalmente, buen hombre, fue la respuesta de nuestro amigo. Cuando el viejo terminó de desarmar las cajas para llevárselas le agradeció calurosamente a su donante y le apoyó una mano en el hombro en señal de cortesía. La perrita, que andaba por allí, quizás celosa o malinterpretando una agresión, o bien sufriendo un stress por la mudanza al nuevo hábitat, se prendió al brazo del pobre anciano y comenzó a masticarlo y desgarrarlo. No fue sencillo desprendérselo del brazo pero al fin lo logró. El hombre de edad tenía una fea herida en su antebrazo que sangraba profusamente, pero no profirió mayores quejas. Y aceptó las disculpas del otro que le lavaba la herida bajo la canilla del lavadero. En esa vivienda la perrita tuvo otra actitud extraña cuando desgarró con sus dientes una bolsa de basura comiendo buena parte de su contenido. Una fea intoxicación obligó a que la internaran de urgencia y la operarán. Murió pocos días después. Ahora, sin casa, ni triplex ni perrita moraba en algún espacio que quedase libre en el departamento de su hija. Eso sí disfrutando de su nieta y con el perro de la pareja que parecía bastante bravo. Eso sí, a la beba la cuidaba con ternura. Eran los únicos momentos en que el voluminoso animal no gruñía. Pero sí lo hacía cuando alguien se acercaba a la pequeña. Un día salió al tendedero común del edificio una vecina muy viejita con el fin de colgar la ropa después de hacer la colada. (Nota del autor: hacer la colada, en algunos libros traducidos en España al español, significa lavar la ropa y moría de deseos por usar la expresión. En una novela de Murakami, El pájaro que da cuerda al mundo, lo usan todo el tiempo) Decía entonces que la anciana dama salió a tender la ropa después de hacer la colada. El bruto mastín se le acercó y comenzó a olisquearle la pierna. La señora, que tenía afecto por los perros, lo dejó hacer pero la bestia, en un instante de irreflexión, se prendió con su temibles dientes del débil y tierno muslo y le arrancó un pedazo significativo. La señora quedó gritando y sangrando. Fue preciso hacerle varios injertos de piel con el riesgo que conlleva en una persona de tan alta edad. Al tercer intento el injerto le prendió pero el perro fue desterrado a la casa de la madre de la chica, la primera suegra de nuestro hombre. Era un chalet amplio y con un gran terreno donde la señora mayor vivía sola. La presencia de un perro tan mal entretenido pudiere procurarle una defensa extra ante la irrupción de asaltantes o personas de mal vivir. Eso sí, el mastín no podía ser dueño y señor del lote sobre el que estaba asentado el hogar de la anciana viuda por el peligro que suponía para cualquier persona. La dama jamás hubiese podido salir a regar las petunias. Entonces ataron al perro a un extenso cordel para que así estuviera durante el día. Y a la noche lo largaban para que fuese libre en el parque nocturno y defendiese la casa de rateros y asesinos. Total, la abuela, a las siete y pico de la tarde ya se mandaba a guardar y no salía más. Ahora menos lo haría con la presencia ominosa del mortífero perrito. Y él, mientras tanto seguía desocupado. Un día se enteró de que su anterior suegra necesitaba pintar el frente de la casa, y la reja que lo rodeaba, y le habían pasado un presupuesto de siete mil pesos. El ex yerno se indignó por lo abusivo del precio y pensó: claro, se aprovechan de la pobre vieja. ¡Siete mil pesos por un frente y una reja! Finalmente se ofreció él, que no iba a tolerar que se tomaran ventaja de la que alguna vez fue su madre política. Y por sólo cuatro mil pesos arregló. Casi la mitad de lo solicitado por el profesional. Las malas rachas no duran por siempre.

miércoles, septiembre 14, 2011


RESTORANES
En los restaurantes se convive con otras personas y entre todas forman una comunidad de intereses que llamaremos Queremos Comer. A mí en general no me gusta formar parte de esas comunidades. Porque no me gustan los restoranes. Y hablaré desde la perspectiva masculina. Es obvio porque soy un masculino, caucásico, sedán dos puertas. A las mujeres les encantan los restoranes, es más mueren por ellos, pero por una razón que excede el aspecto gustativo-alimenticio: cuando ellas van a un comedero la felicidad les brota porque zafan de cocinar y de lavar los platos. Las señoras serían capaces de amputarse ambas manos con tal de no cocinar y/o lavar los platos. La comida les importa más bien poco. Si son capaces de pedir comidas con puré de zapallo. Indigna.
Pero a mí no me gustan los restoranes porque hay que esperar y eso no es justo. Es odioso cualquier lugar donde haya que esperar. Cuando se trata de comer, uno debería imponer sus tiempos ya que el hambre no espera. En mi casa como a la hora que yo quiero. Que es cuando mi señora canta ¡A comer! En los restaurantes, por contrario (pizzería El) imperio, debes comer a la hora que decidan los cocineros y los mozos. Y uno se llena de pan o tostadas, o grisines (Bammi), que es la manera más miserable de entretener el estómago. Es como entretener a una persona con Tinelli. Dentro de la fauna de los que van a comer afuera están los compañeros de mesa que piden cosas que no están en ella (la mesa) porque no es de uso de ese establecimiento, como la manteca y las tostadas. O los que gestionan una remesa extra de lo que ya se consumió: ¿podrías traer más de esas tostaditas embebidas en aceite usado?
Tengo el problema de que, cuando estoy muy hambriento, acostumbro dejar entre paréntesis los modales. Como con la boca abierta, hablo con la boca llena, eructo después de cada trago gaseoso, me limpio la boca con los puños. En un restorán eso no está bien visto. Por eso es que detesto los restaurantes. Cuando sirven los platillos conforme se van despachando de la cocina, suele ocurrir que uno comienza a comer primero, para que no se enfríe, mientras los demás co-comensales deben esperar. Bien visto, que se jodan por pedir platos sofisticados. Lo mío es la milanesa a la napolitana. Siempre. No necesito leer la carta. Por eso siempre soy el primero en ser servido. Pero detesto que me miren cuando estoy comiendo. Recuerden que dije que puedo ser muy desagradable cuando tengo hambre.
Y también están los que comparten con uno la mesa pero son absolutamente extraños a la idiosincrasia gastronómica propia. Y no hablo de los que piden un bife jugoso cuando a uno le gusta cocido. No. Allá ellos y sus esquericias colis. Hablo de los maniáticos que se exceden en las especificaciones de sus pedidos. Ellos no piden milanesa con ensalada. Dicen: una milanesa pero que no esté muy aceitosa. Y tráigamela con un limón cortado en rodajas. La ensalada no la prepare que lo hago yo. Y traiga aceite de oliva. Y que las milanesas sean de pecheto…
Yo, cuando me toca ser testigo de estas escenas, lo único que quiero es fugarme. Me basta con observar la cara de molesto del garzón, fuese Gustavo o cualquier otro.
Cuando terminás de comer y de beber te sentís como cuando acabás de hacer el amor, lo único que querés es arrellanarte y dormirte. Yo termino de desanudarme la servilleta del cuello y ya me quiero ir a dormir la siesta porque me siento lleno, pipón y abatido por la narcolepsia. La conversaciones hace rato que han decaído por agotamiento de los asuntos. Si alguna vez supe ser divertido ahora soy una planta seca para la cual la fotosíntesis es sólo un lindo recuerdo. Me siento abombado, un poco ebrio, el hígado molesta. Qué paradoja: me duele todo y todavía falta la dolorosa.
Foto: de mi colección de fotografías de las milanesas a la napolitana que comí a lo largo de mi vida. 132-San Martín de los Andes. República Argentina.
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