lunes, mayo 30, 2011


SEDUCIENDO A LAURA
Una llamada telefónica. La voz de una mujer en el extremo opuesto del cable radiotelefónico.
-Hola, ¿Julio?
-Un servidor.
-Yo soy la propietaria de la casa de la calle El Modelo número…
-Decime tu nombre, por favor.
-Laura…
-Ah, Laura. Claro. Laura. ¿Cómo estás Laura? Suelo acordarme mejor de las personas que de las casas.

Excelente frase. Muy buen comienzo, Julio. Honestamente me lo digo. La dama me pidió que le tasara la casa. Al día siguiente acudí a su propiedad en la calle El Modelo número… Una bonita residencia, no tan bonita como si propietaria, si podemos comparar casas con mujeres. Era una rubia fabulosa muy parecida a la actriz Brenda Strong. Debe ser unos ocho años y medio menor que yo. Gozaba de un físico muy bello que pude ver en detalle por su parte trasera mientras me conducía por las distintas dependencias de su residencia para que yo barruntara su avalúo. La miraba sin censuras mientras ella decía ésta es la cocina, éste es el living, éste es el... Mientras me guiaba me explicaba que necesitaba vender porque se sentía sola. En ese suburbio ninguno de sus amigos o parientes la quería visitar por razones de seguridad. Y se sentía sola, especialmente los domingos.
-Los domingos a la tarde son fatales –le dije y al pronto me di cuenta que con esa estúpida frase retrocedía tres casilleros en el juego de la oca. Ni el adjetivo hispanizante (“fatal”) salvaba la boludez-.
-“Vive de azul” –dijo y me sonrió-.

Mi mente es una computadora, pero una comodore 64, así que me costó al principio entender el significado de… ¡ya lo tengo! Proviene de una canción de Almendra. Si, si, vamos bien. La comodore es gauchita, no hay nada que hacer. Sólo hay que darle tiempo. Ella, Laura, aludía a una canción de Almendra titulada A estos hombres tristes, que en una parte de su letra reza; Vive de azul, porque azul no tienes domingos. Entonces, la escena quedó así:
-Vive de azul –dijo y me sonrió-.

Una vez procesada la información por parte de la comodore, comencé a cantar la parte de la canción:
-Vive de azul…
Ella se unió y los dos cantamos juntos:
-Porque azul no tienes domingos…
Y reímos. Avancé no menos de seis casilleros en el juego. Mi imagen se magnificó a límites casi definitorios. Se fortificó como si hubiese consumido un complejo vitamínico. Un café veloz.
-¡Almendra! Te gusta Almendra –dijo casi emocionada-.
-Si, especialmente en Navidad, ja, ja, ja.

No, no dije eso. Lo pensé pero lo descarté enseguida. Es mi costado de humor fácil que siempre pugna por salir y lo arruina todo. Ese tipo de chiste pavo que tuvo a Pepe Iglesias, a Pepe Arias, al dúo Buono-Striano como precursores y de allí abrevaron los cinco grandes, Triky y Willlie, el Dúo de dos y tantos otros. Pero no dije nada. Hablamos un rato de rock, tema sobre el que podría responder en Odol pregunta. Y quizás perder porque las preguntas que hacía Cacho Fontana solían ser muy difíciles. Laura siguió mostrándome su casa, ahora en un clima humano más suelto y relajado, ya derribadas las odiosas barreras del protocolo. Se podría decir que rompimos la fina telita del protocolo.
-Este es el dormitorio –dijo y se dio vuelta-.

Continuará

jueves, mayo 26, 2011


VASELINA
En los días de lluvia todos los hombres del grupo futbolístico que integro vamos a jugar a un gimnasio cubierto que nos protege del meteoro. Este 25 de mayo de 2011 la mañana estaba tan mala como la del mismo día pero de 1810. Lo primero, cuando esto ocurre, es una breve deliberación sobre si conviene quedarse en casa comiendo facturas o ir a jugar sobre la superficie dura y peligrosa del parquet que te deja la cintura a la miseria. Obviamente conviene lo primero así que opté por lo segundo. Nunca olvidaré este 25 porque convertí un gol de vaselina, destreza que exige importantes proporciones de inventiva cuanto de motricidad fina. El gol de emboquillada, llamado en España vaselina, aunque la manteca también sirve, consiste en arrojar la pelota por encima del arquero de tal forma que la parábola que ésta describe encuentra su punto más alto cuando pasa por la cabeza del golero y entonces, éste, observa con desesperación que ni con una escalera al cielo podrá alcanzarla. Hermoso tema Escalera al cielo por Led Zeppelin. La pelota por fin baja para introducirse lentamente en la valla, como pidiendo permiso. Beautiful. Es de destacar la calidad moral del guardametas sometido que me estrechó fuertemente la diestra tras el gol y me dijo, como en un suspiro y con los ojos cerrados: ¡golazo! El gol es la Plenitud y esa Plenitud se asemeja bastante al nirvana o la iluminación. Dura unos cuantos segundos desde que la pelota ingresa en el arco hasta que el goleador recibe la última felicitación. En estos ámbitos de fútbol aficionado y veterano no es habitual felicitar al autor de un gol excepto que sea un ¡golazo! El gol es el fin último que justifica el gran renunciamiento a las facturas y el periódico para optar por una actividad de índole epopéyica. Para el observador objetivo, es decir, todo aquel que esté afuera del partido, ver a esas figuras con sobrepeso, muchas de las cuales necesitan un tratamiento intensivo en hair recovery, es una experiencia desechable y un poco triste. Incluso, el jugador que, por lesión, queda afuera del partido nota con claridad ese patetismo y no es inusual que, al concluir la brega, diga: che, son horribles. Son más malos que pegarle al hijo (no dicen a la madre porque la mayoría, por la edad, carece de ellas) Pero para el que está adentro del rectángulo de juego, esa horita, horita y pico, es como introducirse en un país donde puedes ser líder si dispones de un puñado de habilidades. Es como entrar en una realidad paralela con el beneficio de que puedes cambiarla, cosa que raramente ocurre con la realidad real (que también es paralela, porque cuando hay dos paralelas una es paralela de la otra). Cuando estás ganando reina la armonía y sientes que no necesitas nada más, que todas las bienaventuranzas del mundo allá afuera están de más, que son superfluas. Imagino a un jugador de fútbol que recibe la visita de su esposa en pleno partido y ésta le da la noticia de que se han sacado la grande. Es muy probable que este jugador, que está inmerso en la realidad paralela del fútbol, le pida a su mujer que espere a que termine el partido y pensará para sí: qué desubicada esta mina, venir a molestar cuando estoy jugando. Y cuando vas perdiendo, la realidad en ese mundo paralelo será insatisfactoria, pero sentirás que dispones de las armas para revertirla, que es posible un mundo mejor y que sólo depende de ti. Como dicen los libros de autoayuda. Al contrario de lo que pasa allá afuera donde, además, llueve. Eso sí, todo esto siempre y cuando sea observado desde adentro. De afuera lo que se ve es un puñado de tipos sudorosos con rostro colorado y desesperado y cubiertos de rodilleras. No cualquiera puede marcar un gol de vaselina o emboquillada. Hay que calzar la pelota a la altura de los cordones de la zapatilla (izquierda en mi caso). Y hacerlo mientras se mide distancia entre el pie y el arquero, altura que necesita la pelota para que no se vaya por encima del travesaño, fuerza que se le debe infundir al empeine, etc.

jueves, mayo 05, 2011

SON SÓLO LOCURAS DE JUVENTUD
En el último año de mi escuela secundaria un grupo de compañeros y compañeras de mi división, terminado el recreo, ingresó al aula que nos albergaba, cerró la puerta y la trabó de forma que nadie pudiese entrar ni salir. Algunos alumnos quedamos afuera, ya fuese por falta de coraje o por casualidad (los que se hicieron la rata o volvieron tarde del patio). La preceptora intentó convencer a los rebeldes de que salieran pero no lo logró. Después llegó la profesora que debía dictar clases en ese segmento horario y, por fin, llegó la máxima autoridad ante quien los adolescentes se rindieron. No recuerdo cuál fue la motivación de tan osado curso de acción por parte de los alumnos de quinto. Creo, recurriendo a la única fuente de mi memoria, que fue un acto de rebeldía juvenil innominado y sin focalización en una reivindicación específica. Un episodio de puro nihilismo como los que ya comenzaban a despuntar en nuestra realidad nacional. Quizás, buscando una justificación prestigiosa, pueda interpretarse como una respuesta a cinco años de claustros en dictadura. En efecto, mi curso vivió todo el bachillerato sometido al autoritarismo que comenzaba allí arriba, en el militar Onganía, y bajaba hasta llegar a la jefa de preceptores Laura. Durante el lustro que duró nuestro secundario apenas si gozamos de unos tres meses de democracia. Eso sí, en el plan de estudios se incluían materias con nombres como Educación Democrática o Instrucción Cívica. La consecuencia de nuestra asonada juvenil fue que todos los participantes en la toma fueron suspendidos y dos de ellos expulsados. Un chico y una chica. A la chica los padres, adicionalmente, le impidieron concurrir a la fiesta de egresados y al viaje a Bariloche. Al joven, en cambio, su padre, acaso alguna vez injustamente sospechado de severidad e intransigencia, le autorizó a concurrir a la fiesta y al viaje. Se ignora si hubo algún castigo corporal o no. Aunque suficiente condena supuso para el muchacho el no poder asistir al acto académico de entrega de diplomas. En el prestigioso colegio Carlos Pellegrini, los alumnos de hoy cerraron la institución, es decir la totalidad de las aulas, e impidieron el ingreso de las autoridades. Los pubescentes actuales, al contrario de nosotros, esgrimen exigencias bien concretas, como ser, el rechazo a la designación de algunos profesores. Mi generación nunca objetó demasiado al cuerpo docente, quizás porque, en general, estaba bien. Si soslayamos piadosamente el hecho de que ninguno enseñaba nada. Inclusive teníamos un profesor que estaba demente. Pero era inofensivo. Gracias a la lucha estudiantil los jóvenes del Pellegrini obtuvieron del vicerrector la promesa de una “agenda de negociaciones”. Además la toma no supuso la suspensión de las clases. En efecto, los profesores del centenario establecimiento, que no tengan objeciones ni tachas por parte del estudiantado, pueden dictar libremente sus cursos. No es una diversión juvenil la medida de fuerza, como se afirma maliciosamente. Incluso los alumnos no vuelven a sus hogares y pernoctan en el establecimiento. Eso sí puede llegar a ser divertido. Nuestros pibes pelicortos y muchachas en flor de antaño, en el rato que estuvieron encerrados, al plan de lucha originario agregaron la quema de los bordes de alguna hojita de repuesto Rivadavia. Pero carecían de ideología, proyecto o agenda. Y no tenían apoyo paterno, a diferencia de los actuales educandos, cuyos padres se sienten parte de su misma lucha y hablan con su misma voz. Si los jóvenes de ayer hubiesen argumentado, cuanto menos, alguna justificación atendible al atrevido acto de indisciplina de la toma temporaria, sus padres, sumada a la sanción institucional, más temprano que tarde se hubiesen arrancado el cinto de un solo manotazo ¡ziiiiip! y los hubieran molido a lonjazos a esos mocosos de mierda, qué libertad ni libertad, carajo, la única libertad que yo conozco es la libertad lamarque. Hoy en día, en los hombres viene más el jogging que el pantalón.

lunes, mayo 02, 2011

CANTO A LA AMISTAD
Domingo primero de mayo lluvioso. Jornada propicia para prolongar la estadía en la cama, en la posición popularmente conocida como "cucharita". Pero no. Hoy no hay sopa. Te lo agradezco, pero no. Jugaremos en el gimnasio cubierto al amparo del chubasco. Y el fulbito que se arma se llevará esa pasión que nos sobra. Perdón, que no sobra. La brega es furibunda y sin pausas. La pelota, cuando se va afuera, vuelve enseguida porque estamos en un ámbito cerrado. Creo que ya lo mencioné. La tormenta toca una batucada contra el techo de chapa del gimnasium. El juego no se detiene nunca. La pelota choca contra las paredes o el techo y sentimos morir porque el corazón nos explota en el pecho. Se discute cada jugada como si fuese un proyecto de ley que se trata en comisión. Los deportistas transpiran como testigo falso. Los órganos rebotan dentro de nuestra piel porque el piso duro no permite la adecuada amortiguación. Mañana el dolor de cintura nos hará caminar, si podemos caminar, como robots o como si nos hubiesen corrido de atrás, corrido de atrás. Se juega a cara de perro. Si hay que pelearse, se pelea. Si una amistad de años sucumbe por una diferencia de apreciación, mala suerte. Ya el enemigo de hoy nos tocará de compañero y volveremos a andar a los besos. Aquel jugador discute con otro mucho más joven por cierta cuestión de justicia futbolística. El treintañero le espeta al cincuentón un ignominioso:
-Callate, viejo puto.
Es el insulto que duele, que ofende, que lacera.
-¡Lo de viejo no te lo voy a permitir! –replica el ofendido-.
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