viernes, diciembre 31, 2010


QUE NUNCA FALTE

miércoles, diciembre 29, 2010



QUE NUNCA FALTE

LEYENDO CON EL SISTEMA LECTO-VISUAL
En los días presentes estoy leyendo un libro del gran escritor peruano Mario Vargas Llosa llamado LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO. Trata sobre una rebelión mesiánica en el norte de Brasil a fines del siglo 19 que fue sofocada tras varios sangrientos fracasos por el ejército brasileño. Se la conoce como La Guerra de Canudos. Las descripciones que hace el escritor de Arequipa son, como es de prever, de extraordinaria calidad y uno se puede representar sin demasiado esfuerzo el paisaje del llamado sertón bahiense, su vegetación, sus montañas, su clima y sus ciudades. Estas últimas, claro está, tal como eran cerca del mil ochocientos noventa y pico. Si uno quisiera tener una visión mas precisa de los paisajes tan maravillosamente relatados por el reciente ganador del premio Nobel, basta con ir a You Tube y en el rectangulito donde dice “buscar” teclear algunos de los nombres de aquellos lugares. Se habrá de confirmar la destreza del autor apenas se escriba Monte Santo, Canudos, Caracatá, Calumbí, etc. En segundos se nos aparecen cualesquiera de esos tórridos lugares por donde pasaron los rebeldes, llamados “yagunzos”, y los militares de la naciente república de Brasil y se pueden apreciar los árboles que menciona Vargas, sus ríos, lagos. montes, laderas, sus desiertos, en fin , el tan característico paisaje que yo no he tenido el gusto de conocer in situ. También se comprobará que a pesar de Lula aquellos parajes siguen siendo pobres y dejados de la mano de Dios. En muchos de ellos se podría filmar una película basada en la novela sin necesidad de modificar demasiado las locaciones, puesto que parecen haberse mantenido inalterables a lo largo de más de cien años. Así que, recuerda, amigo lector, cuando agarres el libro, pon You Tube en tu ordenador y cuando el escritor dice, por ejemplo: “El problema está atrás –murmuró señalando con la barbilla hacia el sur-. En Queimadas y Monte Santo.”, tú escribes Monte Santo, por elegir una, y aparecerán breves videítos del lugar (alguno con música de U2. Lástima). Verás cómo se amplían los alcances de tu lectura hasta volverla una experiencia no sólo literaria sino visual. Es el sistema lecto-visual que legiones de seres humanos ya deben haber aplicado muchos antes que el que esto escribe (y yo me creo que inventé la pólvora). Este sistema, como es lógico, es aplicable en novelas que transcurren en lugares de existencia real. No sería apto, por contrario imperio, para obras de ciencia ficción o fantásticas cuando los países, provincias y municipios son fruto de la imaginación de sus creadores. Pero para leer En el camino de Kerouac el sistema viene de perlas. Onetti ambientó muchos de sus relatos realistas en un lugar llamado Santa María que salió de su imaginación. Ahí You Tube no funcionaría. Pero gracias a este sistema he podido conocer a buena parte del Perú de Conversación en la catedral y la Bahía de La guerra del fin del mundo, que es el pretexto que da casrnadura a este interesante trabajo.
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El dibujo es una caricatura de la época que muestra al líder de la revuelta popular, Antonio Conselheiro.

martes, diciembre 28, 2010


QUE NUNCA FALTE

viernes, diciembre 24, 2010


QUE NUNCA FALTE

miércoles, diciembre 22, 2010


REGALOS DE NAVIDAD
Si convocara ahora al niño que fui le diría: sentate, Julito... decime, ahora que se acerca la Navidad, ¿Qué te gustaría que te trajera Papá Noel?
-Un remociclo.
-¿Un remociclo?
-Sí, ya sé, muy caro.
-Para nada. Ahora lo podrás tener porque la imaginación es gratis
-Entonces un remociclo Y una pelota.
-La pulpo seguro que no.
-No, ya tengo una. Quiero la de cuero.
-Claro, yo lo sabía. La Pulpo es barata. Es más para el día a día. Uno siempre tiene a mano una Pulpo. Igualmente debes agradecerle a la de goma que te enseñó a cabecear. Gracias a ella hoy, vos y tus hermanos saben cabecear como se debe. Además los partidos de cabeza con la Pulpo eran emocionantes.
-Palomita vale doble.
-Exacto. ¿Qué más?
-El cerebro mágico
-Te gusta aprender. Eso es bueno.
-No. Lo que me gusta es cuando se prende la lucecita. Me gusta más lo mágico que el cerebro.
(Por la tevé escucho un jingle que dice: “¡Ay, ay, ay, qué lindo/llegó la hora de Cindor/la leche chocolatada/que a todos nos gusta más/Qué delicia, fría o caliente/reconforta deliciosamente.” Le ofrezco una Cindor.)
-¿Qué más?
-¿Puedo pedir más regalos?
-Claro, Julito, esto es un diálogo imaginario. Pedí lo que quieras.
-¡Qué kilo!
(Qué Kilo es una expresión de mi época de purrete y significaba: ¡Qué bueno!)
-Una carpa de indio.
-¡Eso ya lo tuviste! Me acuerdo perfectamente.
-La tengo, no la tuve. Acordate que soy vos cuando eras niño. Quiero una para mí solo. Allí quiero guardar mi colección de figus y mis revistas mejicanas. Y los guantes de arquero que me tejió la tía y que vienen solamente con el dedo gordo.
-¿Y para que querés guardarlos en la carpa?
-Porque mi abuela me los usa para sacar el pollo del horno.
-Mentira, la abuela tiene las manos tan curtidas que no se quema nunca.
-Era un chiste.
-Ya lo sé. Siempre te gustó hacer chistes. Bueno, tendrás tu carpa y también, no me digas nada porque yo me acuerdo solo: el Cinegraf
-¡Faaa!
(Otra expresión de mi niñez que expresaba euforia y alegría. Siempre me gustó el cine. El Cinegraf era mi gran ilusión. Eso era antes, en los últimos años se acabaron los temas y el cine dejó de gustarme).
-¿Una bicicleta no querés ?
-Bicicleta tengo. Una marca Tarento y la otra Astoria. La Tarento tiene caño. La Astoria es de “dama”
(Se conoce que convoqué a Julito antes de que le robaran las bicicletas. Pero sé que igualmente no querrá pedir nada más. Aunque puede tener lo que quiera, porque la que paga es la imaginación, sabe que ya es suficiente. Que con lo que tiene no necesita nada más. Nunca fue un gran pedidor Julito).
-¿Puede ser otro vasito?

viernes, diciembre 17, 2010


HOMENAJE A JOE RÍGOLI
Tuve que renovar el registro de conducir en la municipalidad que corresponde al caserío en donde vivo. Las autoridades de la intendencia han ideado un original sistema para emplear a la mayor cantidad de personas y así quitarlas de la nefanda estadística de desocupados. La filosofía parece ser (y yo estoy de acuerdo con ella): ¿Para qué hacer este trabajo entre cinco personas si se puede hacer entre cincuenta? Deduzco esto observando que el trámite en cuestión requiere el concurso de decenas de funcionarios municipales y la formación de ocho (8) colas (o filas) a saber: 1) para iniciar el trámite, 2) para pagar el primer arancel, 3) para sacarse la foto, 4) para el examen de la vista, 5) para la confección del formulario de aprobación de dicho examen, 6) para el pago del segundo y más suculento arancel, 7) para las últimas declaraciones que irán a cargar el ordenador, como ser si quiero donar mis órganos y, por último 8) para retirar el registro. Total cinco horas. Una señora muy bella, que aparentaba unos cuarenta años llevados divinamente dijo:
-Esto es peor que el arbolito.
Para los chiquilines que leen mis agradables aguafuertes les informo que a mediados de los sesenta del siglo pasado había un programa cómico de la televisión llamado La Tuerca donde pasaban un célebre “sketch” (“Sketch” se llamaba a una breve comedia que desde el comienzo a su resolución no duraba más de diez minutos). El “sketch” se llamaba El arbolito y supuso el más ajustado testimonio histórico sobre la burocracia argentina. Trataba sobre un pobre señor, encarnado por el notable actor Joe Rígoli, que concurría a la municipalidad para pedir que le permitiesen plantar un arbolito en la vereda de su casa “porque el que había se secó”. Pero siempre lo rebotaban por algún papel que faltaba. Cada vez que iba a la dependencia le pedían un certificado distinto y debía volver en otra oportunidad, una vez conseguido dicho certificado. Nunca paraban de pedirle algo para autorizarle la plantación del arbolito y el pobre tipo acumulaba papeles y papeles en una carpeta inmensa que apenas podía cargar (junto con el arbolito). El funcionario municipal le preguntaba, mientras examinaba la carpeta o expediente del ciudadano:
-¿Dónde está el certificado de libre tránsito para las hormiguitas que quieran ascender por el tronco y comerse las hojitas de la copa?
O cosas por el estilo. Siempre faltaba una autorización, un “tramitecito más” como decía el gran Joe. Entonces tenemos que la señora hermosa que dijo: “esto es peor que el arbolito”, sin querer, confesó su edad. Pensemos que en el año 1965, más o menos la época en que salía La Tuerca, ella tendría al menos siete años. Con esa edad le damos a la preciosa la posibilidad de haber visto el "sketch" y recordarlo hasta nuestros días. Si a 2010 le restamos 1965, nos da 45, más siete años que tenía la bella mujer cuando era niña, eso nos da 52. ¡Qué bien que se mantenía esa mujer a los 52!

sábado, diciembre 04, 2010


HOMENAJE A LOS RELATORES PÚBLICOS

Los relatores del fútbol oficial cuyo nombre técnico es Fútbol para todos responden a diversos estilos narrativos y se puede afirmar que los hay para todos los disgustos. A Algunos no los conocía nadie y mire que desde Tito Martinez hasta la fecha me jacto de recordar a todos los relatores televisivos. Te puedo nombrar a un Horacio Aiello, un Ricardo Arias, Humberto Tito Biondi, más acá un Marcelo Tinelli y su inmortal pum para arriba. Dirige el equipo de relatores públicos del canal de la misma condición para las transmisiones de fútbol que hacen al modelo el ínclito, aunque provecto y protervo, Marcelo Araujo. El ex hombre de Carlos Avila, algo deteriorado por los años, ha olvidado definitivamente los apellidos de los jugadores así como las críticas a los árbitros que sabía hacer con furia cuando trabajaba en la teve privada. Ahora le bajan línea de que los colegiados no deben ser criticados porque todos forman parte de la gran famiglia del fútbol para todos y Marcelito no les critica ni el atuendo. Eso sí, sigue humillando a Titi y Marcelito Benedetto igual que antaño. Que se jodan. No hay humillador sin humillado.
Está ese entusiasta narrador que dice algo así como: “Señores, éste es el fútbol para todos que soñó Kirchner para felicidad del pueblo y grandeza de la Nación” (o la Patria, no recuerdo bien. Aunque debe ser la patria porque La Nación recuerda al diario destituyente número dos y eso no está bien) Uno, ante frase tan inflamada de patriotismo nacionalista (o nacionalismo patriótico), no puede menos que dejar la lata de cerveza sobre la mesita y ponerse de pie. Hay otro relator que se hace el que dialoga con los jugadores que están en el campo de juego: "¡Te lo perdiste, Escaparotella, EH!" O bien, "¡Te tiraste a la pileta, Spaltrinieri, EH!" Su voz es demasiado aguda en los goles y situaciones de peligro y además grita aunque la pelota no haya pasado ni cerca de la meta. Debería mejorar.
Hay un joven periodista que se llama Barril a quien, cuando viene una jugada de peligro, la última sílaba de la frase le sale como un eructo. ¿Vieron cuando usted está hablando y, por efecto de haber bebido una gaseosa segundos antes, una sílaba le sale con voz cavernosa, producto del eructo no evitado? Bueno, ese es el estilo del excelente Barril.
Otra característica linda de los relatores públicos es que tienen la obligación oficial de decir, cuando el referí agrega minutos al tiempo reglamentario, tiempo recuperado y no tiempo de descuento, tiempo adicionado al reglamentario o minutos de changüí.
Si me dan a elegir yo prefiero a los relatores que hablan poco, después de todo para qué te dicen que la pelota salió por sobre el travesaño si yo ya lo estoy viendo. El gran Horacio Aiello, verbigracia, se limitaba a nombrar enérgicamente los apellidos de los jugadores cuando llevaban la pelota: "¡Scardamuzza…! ¡Straqualurchi…! ¡Reccimucci…!" Y si tiraban la pelota afuera, decía "¡Saque de meta!" Nada más. Minimalismo puro. Pero es cuestión de gustos. No me hagan caso. Ahí viene una jugada de peligro. Ah, no. Qué lástima. No pude ver quién tiró el centro. Me tapó el cartelito de las viviendas nuevas en villa palito.

jueves, diciembre 02, 2010


HOMENAJE A LOS ADJETIVOS

Dantesco es un adjetivo que refiere a Dante, el creador de La Divina Comedia, y se define como lo que causa espanto. Kafkiano es algo relativo al escritor checo Franz Kafka, y significa "dicho de una situación: absurda, angustiosa". Para que el apellido de un escritor se adjetivice hay que haber acreditado a lo largo de la vida un inmenso mérito literario. Dicho burdamente: no cualquiera. Del epíteto “borgeano” o “borgiano” el diccionario dice simplemente que es relativo a Borges pero no explica qué es lo que pretende significar algo relativo a Borges, lo cual denuncia un real facilismo de la Real Academia que debería erradicar de una buena vez aquellas definiciones que no explican nada. Pero eso sería temática para otro trabajo. El fin del presente ensayo es poner de manifiesto el mérito que supone el alumbramiento de un adjetivo surgido exclusivamente de los logros de una mente literaria. Mejor no preocuparse tanto por las definiciones del diccionario de la RAE: sobre cervantino el diccionario da una definición igualmente simplista: "relativo a Miguel de Cervantes Saavedra y su obra". Al igual que con Borges no dan una característica distintiva de su escritura. Pero sí, el personaje máximo del manco de Lepanto origina un adjetivo bello por donde se lo mire: quijotesco. Dantesco y kafkiano sí son adjetivos que aluden a trabajos concretos de Dante y Kafka y ya no a la integralidad de la obra. Me refiero respectivamente a La Divina Comedia y El Proceso. Aunque sobre kafkiano, en otra de sus acepciones, el diccionario explica que es algo relativo a Kafka, es obvio que se circunscribe a su obra magna, Der prozess. Borgiano y cervantino, en cambio, refieren al edificio creador de ambos escritores tomado en conjunto, lo cual les agrega al español y al criollo un mérito adicional por sobre el italiano y el checo. En cualquier caso no encuentro otros ejemplos de adjetivos que se hayan creado a partir de grandes literatos. De Juan Rulfo, por hablar del mayor escritor mexicano, no hay adjetivos. Dentro de todo es un alivio pues no suena bien referirse a algo como rulfesco o rulfiano. De Vargas Llosa, meritorio escritor, justo ganador del Nobel por sus insuperables alturas literarias, no se han creado adjetivos calificativos. No hay nada que sea vargueño o vargasllosesco. Tampoco se conoce el adjetivo garciamarquezco. Suena horrible aunque Macondo, el pueblo donde suceden los acontecimientos en Cien años de soledad, se utiliza como metáfora para definir a una republiqueta latinoamericana donde la corrupción de los funcionarios sólo supera a la miseria de sus habitantes. Sigo buscando. Por lo menos hasta que empiece el partido.
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