jueves, febrero 18, 2010



MI TIA APARECIÓ EN UNA PELÍCULA

Mi tía nos había contado sobre su participación en una película argentina hacía muchos pero muchos años. Pero cuando yo o alguno de mis hermanos queríamos conocer detalles (he de decir que pertenezco a una familia muy cinéfila, comenzando por mi abuela y siguiendo por mi mamá y sus hermanos) la tía no daba demasiadas precisiones excepto que el filme se llamaba Afrodita y era mudo. Últimamente he podido averiguar que la película se estrenó en Buenos Aires el 19 de Octubre de 1928 y fue dirigida por un señor llamado Pierre Marchal que en realidad era el seudónimo de Luis Moglia Barth, director de célebres filmes argentinos como, entre otros muchos, Tango! con Tita Merello, Luis Sandrini y Libertad Lamarque. Adrodita está basada en una novela de Pierre Louys y transcurre en Egipto bajo gobierno griego, año 57 antes de Cristo.
Mi tía coleccionaba una revista muy popular en su época (década del treinta) que se llamaba Sintonía donde se contaba la vida y la obra de los artistas. Era como Radiolandia y Antena en los cincuenta y sesenta, y en la actualidad Paparazzi y Pronto. Aunque estas dos últimas publicaciones se refieren a personas que con una mínima exposición en la T.V. quedan habilitadas para relatar las minucias y miserias de sus vidas (“Mi suegra tiene hernia hiatal”; “Ezequiel María no es tan bueno en la cama como su largor auguraba”)
Ese coleccionismo de mi tía sugería una vocación artística, que ayudó transformando el nombre que figuraba en su libreta cívica (Margarita) por el más exótico de Margot. Y eligió Evans como apellido. Margot Evans: sensacional nombre para una estrella, mi tía, que hoy es una estrella del cielo. ¿De qué se trataba Afrodita? La tía Margot nunca me lo contó quizás porque habían pasado muchos años y no recordaba bien o porque el argumento de la película era un tanto escabroso y no recomendable para niños y adolescentes. O acaso la familia no había aprobado en su momento su participación en la cinta y el tema resultaba tabú, aunque su intervención fuese en calidad de extra. De acuerdo a mi investigación he sabido que trata sobre una compleja relación amorosa entre un escultor y una cortesana que sabe que tiene al baboso a su merced y le exige, como condición para convertirse en su mujer, que le entregue tres objetos preciosos para lo cual el hombre del cincel debe cometer tres delitos: un robo, un asesinato y un sacrilegio. Pensar que nuestras noviecitas de barrio nos pedían un helado, a lo sumo bañado en chocolate. En fin. La película fue calificada como no apta para menores e “inconveniente para señoras y señoritas” según rezaban los afiches y se prohibió su exhibición después de una persistente campaña llevada adelante por un diario católico que la calificó de “canallesca y denigrante”. Es lo que tiene la iglesia, siempre nos cuida aunque no se lo pidamos. La estrenaron en el cine San Martín con extraordinario éxito y más tarde pasó a una sala más marginal, no digo como el ABC pero algo así, llamada Miriam, que frecuentaban entre otros, el escritor Adolfo Bioy Casares. ¿Habrá visto el gran dandy de las letras argentinas a mi tía Margot en la pantalla plateada? La película estuvo perdida durante muchos años y un día se encontraron las latas aunque no la primera de ellas que es la que contiene los títulos y los créditos por lo que se desconoce quiénes trabajaron, ya fuesen actores como personal técnico. Hace un año dieron el filme con unos músicos tocando en el escenario, como se hacía en la época del cine silente. ¿Hubiese reconocido a mi tía en la pantalla en blanco y negro?. Qué importancia tiene. La Tía Margot Evans está en mi corazón. No necesito anteojos de lejos para verla.

martes, febrero 16, 2010


HINCHANDO CASACAS
He vuelto a las canchas de foot-ball. A la mañana temprano de un domingo soleado cogí mi bolsito y mis avíos futbolísticos, todo con pata de lana para no despertar a mi calcetín holandés (media naranja) que dormía el sueño merecido y suave de las mujeres que son suaves hasta para dormir.
Bebí un café y masqué algunos bizcochos. Compré el diario del chimpancé paralítico (mono-polio) y paseé a mi vieja perrita. Abordé mi Blue Thunder, llegué al club e hice un rato de vestuario con los muchachos a los que no veía desde hacía tiempo. Carlitos se recupera de una pubalgia y, literalmente, se encrema hasta las pelotas. Mario está más rellenito. Todos tenemos algún kilito de más. Las casacas se hinchan y los ombligos se adivinan. El otro Carlitos cortó sus medias en la parte del pie y usa la parte superior como si fueran los calienta músculos de la chica de Flashdance. Ser viejo es feo pero viejo y ridículo es penoso. Se forman colas para ir al arco. Mucho lesionado, mucha rodilla hecha puré así que no va a haber peleas por no ir. No alcanzamos el número mínimo para ir a la cancha grande así que vamos a la canchita. Además el field mayor hoy es territorio de millones de mosquitos buscando sangre joven. Con nosotros los himenópteros van muertos. Sangre vieja y pletórica de colesterol. Partidazo que termina cuando el viejo Eduardo Paredes (Old Edward Walls) revolea a BJ y lo deja tendido en el polvaredal, puteando hasta en dialecto suajili y con el pie apuntando para atrás. No da para boxeo ni para demanda por lesiones, aunque hay dos abogados. En las duchas puteador y puteado se estrecharán las manos y quizás se den un besito. Eso es lo lindo.

viernes, febrero 05, 2010

DIARIO DE UNAS VACACIONES



Miércoles: Decidimos viajar en un día que no sea fecha redonda para evitar la ruta congestionada. Qué listos.
Jueves: En este pueblo costero, donde acude tanta gente, el diario llega después de las nueve treinta a eme por lo cual hasta esa hora no me enteraré sobre la marcha del gobierno ni el contenido del discurso de la señora Cristina al inaugurar una pileta de natación.
Viernes: Hemos rentado una linda casita con adornos feos, del tipo que los propietarios suelen descartar para su residencia principal. Si al dueño de una propiedad en la costa le regalas algún adorno y te dice ¡qué lindo para la casita de la playa!, en realidad te está diciendo que tu presente le pareció una porquería.
Sábado: La casita tiene televisión por cable porque mi señora no puede perderse los capítulos definitorios del teleteatro romántico Valientes ni yo los partidos de la copa de verano, copa desafío y copa y chego.
Domingo: La panadería del barrio fabrica unos sándwiches de miga que son de fábula y unas facturas de película pero no podemos comer todos los días porque nos pondríamos como cerdos de una película fabulosa.
Lunes: Leo la novela rosa, digo rusa, Ana Karénina del escritor Leon Tolstoi. Y también la revista eñe y la Pronto, que en su portada diría, ante la relación prohibida de Ana con Vronsky: “Por amor he renunciado a mi hijo”. Entrevista exclusiva de nuestro enviado a San Petersburgo.
Martes: En la rotisería donde compramos la comida de la noche venden unas milanesas a la napolitana que dan ganas de conocer Milán y luego Nápoles.
Miércoles: En la playa adonde concurrimos a diario todas las mujeres usan bikini, sin importar el peso, la edad, el credo o la religión. He visto a señoras de setenta con malla de dos piezas y en verdad parecen viejecitas en bombacha y corpiño fugadas con lo puesto de un incendio que se acaba de producir en su edificio.
Jueves: Día de lluvia. Planifico dormir hasta cansarme pero se impone una caminata y nos dirigimos a la Gran Ciudad balnearia, distante unas cuatro cuadras de nuestro pueblito. Edificios muy horrendos uno junto al otro, y en sus plantas bajas, comercios y restaurantes con rabas por las nubes. La gente camina, camina pero al final no compra en Sadima. Se trata de ver los escaparates y nada más. Nos turnamos con mi mujer para ver libros. Uno se queda afuera con la perrita y la otra se adentra en la librería. Pero no compramos. Novelas a setenta y cien pesos. Dan ganas de darle la razón a Abelardo Castillo que robaba libros.
Viernes: Veo un pedazo de la gran novela televisiva Valientes (gran por la extensión: más de 200 capítulos) y me digo: qué troncos son sus protagonistas, pensamiento que repito sin modificaciones cuando observo al equipo de Boca perder miserablemente con la gallina.
Sábado: Vienen mis queridos tío y tía a pasar el fin de semana. Mi esposa limpia la casita como lo haría Adrian Monk en su departamento de San Francisco.
Domingo: Este pueblo marino presenta la ventaja de que no hay gente “marquera” como en Pinamar. O bien, son de esa especie de marqueros que compran en el shopping de Punta Lara en donde se puede conseguir una prenda Kevingston con diferencias mínimas con respecto a la original (por ejemplo la marca escrita con q). Ese desinterés de la población por el esnobismo me habilita para usar sin remilgos unas ojotas en cuya tira izquierda hay escrita una “o” y en la derecha una “j”. De a $ 20 el par.
Lunes: Algunos días salgo a correr a la vera del mar hasta llegar al muelle, otros completo doce vueltas alrededor de la plaza del pueblo. Y hay jornadas en que mi única actividad física consiste en liberar botellas de cerveza de sus tapas corona.
Martes: Ana Karénina se tiró debajo de un tren. Revista Pronto diría: “La tragedia de Ana Karénina. Daguerrotipos exclusivos desde el lugar del accidente.”
Miércoles: Como nuestra casita está a unos pocos metros del mar hay días en que voy a tomar mis baños apenas embutido en el traje de baño. Ni las O. J. llevo para que no me las roben cuando me arrojo al Atlántico sud. Pero con este día ardiente caminar descalzo por el pavimento y luego por la arena me provocó una horrible quemazón en las plantas de los pies y ahora puedo trasladarme sólo si apoyo los bordes externos de las empanadas. Parezco John Wayne en La conquista del oeste o, simplemente, un hombre paspado.
Jueves: A la noche hay algunos espectáculos como “Tributo a Arjona”, “Tributo a Sabina”, “Tributo a Pepito Pérez”. La sinonimia de la palabra tributo con impuesto me basta para distanciarme de esas rascadas. Además no me gustan ni Arjona ni Sabina ni Pérez. Si hubiera algún tributo a XTC capaz que te voy.
Viernes: Debido al calentamiento global del planeta el agua esta tibiecita y, como el océano se esta comiendo la playa, eso acorta el trayecto desde mi sombrilla hasta el mar y minimiza mi esfuerzo. Siempre en positivo, como diría el leal Scioli.
Sábado: Fin de las vacaciones del 00. Hasta aquí llegamos. Fue hermoso mientras duró. Nos sos vos, soy yo. Todo termina al fin, todo tiene un final. Cargamos el auto con sobrepeso de alfajores y nos largamos. Hasta el otro carnaval.
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