jueves, marzo 26, 2009


MUSICOS EN LA CUADRA


La gorda cantora cantaba a cualquier hora y cuando no cantaba ejercitaba su voz gritándole a sus tres chicos varones que eran unos verdaderos bestias, siempre percudidos, llenos de cardenales en caras y brazos y las bocas pringosas de mermelada reseca. Su madre cantaba tangos mientras ejercía sus labores de ama de casa y de su gola sabía extraer un sollozo en estratégicas frases del tango o del tango-canción, como lo sabían hacer la señora Libertad Lamarque y, más acá en el tiempo, la “malograda” Susy Leiva. Se les llamaba malogrados a los personajes populares que se morían tempranamente a causa de un accidente o una enfermedad. La enfermedad era “penosa” cuando se trataba del cáncer. Susy Leiva se había abierto paso en el mundo de la música por televisión cuando los oídos del pueblo comenzaban a ser colonizados por la fábrica de música de segunda selección llamada El Club del Clan. Mérito entonces para los tangueros como Susy, y como el también malogrado cantor oriental Julio Sosa que con su arte forzaban a los productores a no cerrar el quiosquito tanguero que amenazaba quiebra debido a la proliferación de los Ortega-Jones-Tedesco. La gorda cantora, entonces, procuraba emular los sollozos de Susy Leiva. La voz de Charito, que así se llamaba la gorda, llegaba con potencia a una distancia de cien metros, extremo fácilmente verificable puesto que ella vivía en una esquina de nuestra cuadra y nosotros en la otra y desde allí nos llegaban sus ayes sinceros interpretando acaso Frente al mar que era uno de los números que más le solicitaban a la malograda cantatriz.
Enfrente de mi casa había un niño que todas las tardes se entregaba a la disciplinada práctica del clarinete. Cuando se aprenden las primeras lecciones la ejecución de cualquier instrumento no sale de una repetición quejumbrosa de escalas ascendentes y descendentes que llevan a la exasperación cuando no a la desesperación. El chico, que se llamaba Beto, le daba y le daba al largo artefacto que se sopla y en mi hogar soportábamos con estoicismo al encantador de serpientes, acaso porque, cuando con mi banda de rock (Prokrout) ensayaba en el galpón de mi casa jamás el clarinetista Beto ni su familia presentaron una queja contra el ruido intolerable que producían nuestra batería y guitarras. Todo lo contrario de mi vecino de junto que, cuando tocábamos, se allegaba a mi casa para protestar y exigir la inmediata interrupción de cualquier rasguido, alarido o estampido. Eso si, cuando el intolerante tenía la malhadada suerte de encontrarse con mi tío, defensor inveterado de los derechos de sus sobrinos, el pelado debía retirarse sin poder interrumpir nuestras ejecuciones y con el miedo cierto de ser cagado a trompadas. De aquellas tolerancias y aquestas defensas hoy nuestro clarinetista de enfrente integra la orquesta sinfónica de la ciudad de Buenos Aires en calidad de clarinetista soprano y este que escribe , guitarrista, voz y composición de aquella inolvidable banda de rock de garaje, vende y alquila casas y anda como un violín
Concertista Alberto Brass, antes Beto (Primero de la derecha)

lunes, marzo 23, 2009

CAMPEONATO DE NERVIOSOS - SEGUNDA FECHA


De la primera fecha me quedó un participante afuera pero por las razones que una vez expuestas darán razonabilidad a la primigenia omisión. La cosa fue así. Hubo un tiro libre para uno de los equipos y CG quiso patearlo. Los objetores de su eficacia pateante no se lo permitieron y entonces el hombre comenzó a gritar como un poseso. Yo juzgué que estaba actuando, que era una representación, una misa en escena, toda vez que no se justificaba semejante brote por no poder ejecutar un tiro libre. Sin embargo, para mi Juana Inés de la Cruz detenida (sor presa), en el asado de camaradería del miércoles pasado, Cegé me confesó que se había enojado de en serio.
-No puede ser que nunca pueda patear un tiro libre -alegó-. Por eso me calenté.
-Me estás jodiendo.
-Era ideal para mi perfil. Por eso me puse loco.
-Me estás jodiendo.
-Con una pierna no existo pero con la otra gamba tenía muchas posibilidades de gol.
-Me estás jodiendo.
-¿Acaso yo no tengo derecho?
-Me estás jodiendo.
Por eso, CG, gracias a su histérico aporte en la primera fecha del campeonato, se adjudica dos puntos.

AHORA SI, SEGUNDA FECHA: En un encontronazo entre padre e hijo que jugaban para equipos diferentes, el más joven cayó al suelo. LG reprochó al padre del rapaz (LV):
-¡Cómo le vas a pegar a tu hijo!
-Yo no le pegué, qué hablás boludeces.
-No le podés pegar así a tu hijo, forro de mierda…
-¡Vos forro de mierda!
-No, ¡vos sos el forro de mierda!
-¡Vos!
-¡Vos!
Finalmente se concluyó que podía haber perfectamente dos F de M (¿Fernando de Madariaga?) sin necesidad de andar adjudicándose la exclusividad. Por elio, hoy LV y LG se suman a la tabla de posiciones con dos puntos cada uno y comparten el primer puesto con CM, CG y MCH. ¡Enhorabuena!




martes, marzo 17, 2009

CAMPEONATO DE NERVIOSOS



Hay tanta alegría antes de comenzar el partido, el sol entibia los rostros sonrientes, los labios están listos para besar las mejillas barbudas de los compañeros del balompié. Todo es camaradería como si estuviésemos en presencia de la sociedad ideal que soñó Marx en su algo olvidado manifiesto comunista.
Sin embargo, a poco de comenzar el partido MCH se enoja porque no le pasan la pelota y grita enfurecido por el egoísmo de sus congéneres. Cuando consiguió un ratito la pelota no se apagó su enfurruñamiento y se empeñaba en conservar el útil bajo la suela, pero sin avanzar, haciendo pucheritos y sin dársela a nadie. Cuando sus compañeros le solicitaban que la largara, la concha de la lora, se la entregaba a un contrario, en prueba de su profundo disgusto. Estaba enojado, es extraño porque antes de la brega parecía exultante y dichoso. En una oportunidad perdió la pelota, esta vez involuntariamente. Entonces corrió al que se la había “robado” y le aplicó una patadita desde atrás. Luego negó la falta alegando que si quería pegar una patada el otro se iba a dar cuenta enseguida, pero no fue una amenaza. Aunque lo pareció.
Hubo otro jugador (CM) que también se enojó, primero cuando le cometieron un foul que el juez no cobró. El árbitro era uno de nuestros jugadores, que en estos días anda imposibilitado de practicar el foot-ball porque tiene una rodilla destrozada, padece de una dolorosa ciática y su columna vertebral es un sinuoso camino hacia la nada. CM se enojó con el ocasional referí, que no había visto la infracción. Le dijo de todo y también lindo (“qué lindo caradura que sos”) Más tarde, el nervioso CM, cuando un compañero le reprochó por haber hecho mal un pase, volvió a arrebatarse y se puso como un miguel angel basilisco. Y se enojó una tercera vez después de perseguir un ratito a un contrario. Sólo fue un ratito de persecución, una de esas persecuciones demagógicas que se ensayan para después poder pasarles la factura a los compañeros. CM comenzó a gritar alegando que era el único, que corría, imaginando tal vez que había hecho un esfuerzo conmovedor del tipo Carrozas de Fuego cuando en realidad todo su mérito había sido el de correr un ratito a un contrario.
Por eso, en el campeonato de nerviosos 2009 que se inició el domingo, encabezan las posiciones MCH y CM con dos puntos cada uno.






jueves, marzo 12, 2009

NO SOMOS NADA

A la inmobiliaria en la que trabajo con enjundia y no poco denuedo, ejerciendo la función de vendedor de seguros (quiero decir, soy vendedor inmobiliario empero, como todos dicen que hoy al cuadrado* el ladrillo es lo más seguro…), concurrió un caballero que es propietario de una funeraria. El funebrero buscaba un local en el barrio para instalar una sala funeraria. Estaba acompañado de su hijo, un hermoso niñito de tres años ataviado de negro como para concurrir a un velorio, que en verdad los pequeños, por su pequeñez siempre zafan de concurrir a los velorios, excepto a los propios pero eso nos aventuraría en un espacio de dolor intolerable. Mientras recorrían el amplio local, el pundonoroso padre justificó la presencia de la criatura cuando informó que su retoño le había pedido ir al crematorio con él. La voz del progenitor se quebró por la emoción.
-Atorio –dijo el chiquillo mientras el padre enjugaba sus lágrimas.-
La propietaria caminaba junto a nosotros durante la recorrida del local y su rostro se iba ensombreciendo a medida que el hombre instalaba imaginariamente su macabro negocio:
-Acá irían los ataúdes, acá los deudos, acá las ofrendas, acá el cajón con el muerto…
Y la jeta de la dama se demacraba más a medida que el hombre profería sinónimos de muerto, como ser óbito, cadáver o fiambre. En un momento el chiquilín encontró una pelotita y comenzó a jugar con ella pero como estaba sucia se malogró su impecable trajecito negro.
-¡Quevin! ¿Podés hacerme el servicio de portarte bien? –dijo el padre mientras le sacudía el chalequito negro-.
-Atorio –dijo el nene-.
-Sí, atorio, atorio… pero si no te portás bien no te llevo al crematorio.





*hoy por hoy
El funebrero y su pequeño funebrerito

miércoles, marzo 11, 2009

JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA


¿Susana Gimenem determinando la agenda de debates del pueblo argentino? Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja.

jueves, marzo 05, 2009

RAPIDO ESCLARECIMIENTO DEL HECHO

Mataron a un policía. En el lugar del crimen se encontró un bolso de mujer y dentro de él un llavero con la foto de un niño en el jardín de infantes. Buena pista para que la policía, rápida de reflejos cuando se trata de buscar al asesino de un policía, con el llavero en la mano, pudiese determinar quiénes eran los padres del chico. La policía “peinó” los jardines de infantes de la zona. Entraron a las patadas en los establecimientos, aterrorizaron a las maestras con todo tipo de amenazas cuando ellas pidieron un poco menos de violencia. Las amenazas eran del tipo yo te conozco, sé dónde vivís. Las insultaron con la remanida falacia de que los maestros no trabajan nunca. Se justificaban los modos groseros por el fin buscado cual era identificar al niño que aparecía en la foto del llavero y que era el hijo del asesino o su cómplice. Los policías, sin las cámaras del canal trece que los emprolijara, entraron al jardín de infantes como lo hacían los federales de Eliot Ness en Los Intocables cuando irrumpían en los depósitos en busca de licor. Les faltaban las hachas para despedazar las barricas, digo las sillitas.

lunes, marzo 02, 2009


Soy consciente de que he de abordar un tema polémico con aristas ciertamente ríspidas que me instan a recomendar que los niños que lean este trabajo lo hagan en compañía de un adulto, preferentemente laico.
El asunto a tratar se inscribe dentro de una de las disciplinas que el filósofo Mario Bunge calificara de pseudo-ciencia: la Sociología y versa sobre la conducta del argentino bajo las duchas de un vestuario de hombres en un club atlético o sociedad de fomento. Seguidamente un rápido pantallazo sobre la casuística básica:
a) Hay personas que mientras se duchan se lavan el calzón. Digna aunque tal vez pusilánime conducta. Me imagino a la esposa de ese que ahora remueve sus palomas advirtiéndole a su marido, al salir para el club en la mañana, de que no vuelva con sus cascarrias todas mugrientas que yo no soy el laverrap.
b) Conozco a varios que se cepillan los dientes mientras se bañan. Eso sería asqueroso si fuese la primera vez en el día que realiza la operación, mas no lo es si higienizó su comedor por primera vez al levantarse de la cama y ahora reitera el cepillado de puro melindroso.
c) Hay uno que una vez supo orinar en el canal por donde discurre el agua jabonosa hacia su definitivo destino allende la rejilla. Uno de mis compañeros lo pilló in flagranti durante el desagradable acto y le pegó una oportuna trompada en la nuca. Los escupitajos sí están tolerados mientras no se dirijan a la pared.
d) Cierta vez uno de los hombres bajo la regadera, observando a un muchacho joven y efebo que se duchaba junto a él, le dijo al padre, que también se jabonaba: ¡Qué cepillo que tiene tu pibe!
¿Se trataba del comentario de un analista objetivo de cepillos o a este émulo de Von Aschenbach, el personaje principal de Muerte en Venecia de Thomas Mann le encantaban los cepillos jóvenes?
e) Hay un deportista que se coloca el champú en el vestuario (quiero decir en el cabello pero adentro del vestuario) de manera que cuando ingresa a la zona de las duchas con la cabeza encremada sólo tiene que poner el melón debajo del agua sin necesidad de andar portando el molesto envase plástico. Da un poquito de asco verlo embadurnarse en seco sobre la testa pringosa pero lo damos por válido.
f) Existe un joven que tarda dos horas, sí, sesenta minutos por reloj sumergible, en bañarse. Y me he enterado, además, que en su casa gasta un calefón por año. Cuando se lo comenté a una psicóloga me dijo que estaba lavando sus culpas y pensé que, siguiendo con las pseudo-ciencias, qué carrera fácil es la psicología. Para los psicólogos cuando uno hace esto, es aquello. Así de sencillo. Diagnóstico express.
g) Dos jugadores de fútbol, que habían tenido un pleito dentro del partido sobre el cobro de un fau, no encontraron mejor idea que amigarse bajo las duchas lo que dio origen a esta escena equívoca: Uno le aprieta la nalga al otro y se la sacude; el otro, a su vez, le da un beso al manolarga. Luego se abrazan. Siempre desnudos. ¿Hay contacto cepillar? Prefiero pensar que no y no. Ojalá nunca hubiese estado allí.
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