miércoles, noviembre 26, 2008


HOMBRES CON NECESER
En los últimos tiempos me ha tocado compartir recámaras con personas del mismo sexo (no me refiero a acostarme con dos mujeres, lo cual técnicamente sería compartir recámaras con personas del mismo sexo y sería lindo, no digo que no) Hablo de compartir una habitación con un hombre, circunstancia que vengo experimentado desde hace algunos años. Aludo a las visitas que realizamos con el equipo de fútbol a distintas localidades del país y el exterior para jugar partidos y comer asados.
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!
Dormir con la otredad me obliga a adaptarme, a adecuar mis costumbres a las de civilizaciones más evolucionadas, tareas que, después de todo, uno viene haciendo no sin esfuerzo desde que se casa, porque, digámoslo sin ambages, antes de eso uno es una verdadera bestia lo cual constituye su esencia. Yo, por ejemplo, de soltero, leía en la cama y cuando me daba sueño, cerraba el libro usando la media que había usado en la jornada, a modo de señalador. Tengo peores.
En los viajes futbolísticos, si me toca un compañero prolijo, limpio y ordenado, virtudes que puedo deducir basándome en unos cuantos signos como ser la higiene y planchado de sus vestimentas, el estado de su calzado, el brillo de su cabello, -los que lo tienen, que no son tantos- pongo mi empeño en equipararme a esos parámetros para no quedar mal. Ni qué hablar si el hombre tiene neceser. Si tiene neceser mi esfuerzo se aplica a actuar como un señorito y ocultar mi condición de cerdo. Resumiendo, que si el tipo es plo (prolijo, limpio y ordenado), y tiene neceser, me inoculo la obligación de aparentar ser el doble de plo, o sea plo a la 2 y disponer de un neceser, si es posible de los que vienen con compartimentos deslindados mediante ligaduras elásticas. Entonces, cuando me toca un plo (¿mo?), una vez llegados a la habitación, luego del viaje y con tiempo apenas para cambiarnos antes de la cena de bienvenida, me apresuro a colgar mis atuendos en el placard, guardar las medias tóxicas dentro de una bolsa plástica donde queden circunscriptos sus efectos deletéreos, dejar las zapatillas una al lado de otra, junto a la pata delantera derecha de la cama, como si fueran nu y eve. No es que yo sea un animal, pero, por ejemplo, cuando me baño, suelo dejar el baño hecho una inmundicia, un poco menos inundado que un campo de arroz y mi esposa decidida a ponerme una demanda. Uno de mis últimos compañeros de viaje era gerente de algo lo cual supone a una persona que se cuida de todo como si en cualquier momento lo fueran a echar (que es lo que suele ocurrir) Cuando llegamos a la habitación con C. yo me quitaba la ropa y a medida que me iba despojando colgaba las vestiduras en el respaldo de una silla como si fuese Rock Hudson en el film Pillow talk. Los atuendos para los días subsiguientes los colgaba en una percha del placar, de esas que no se pueden afanar porque están fijas al caño. Después pasaba al toilette y me duchaba. Si mojaba el piso lo secaba con el secador que ponen en los hoteles carentes de estrellas y quedaba impoluto para C., que parecía que se bañaba en seco porque dejaba todo como en un baño de aviso de desodorante para inodoros.
Cuando le conté todo esto a mi analista, ella golpeó la punta del lápiz en uno de sus deliciosos dientes de conejo y me dijo:
-La verdad, Julito, es que usted es un pusilánime de mierda. ¿No probó alguna vez ser usted mismo?
Este año mi room mate llevaba por todo neceser una bolsita de Carrefour. Fue como una liberation.

lunes, noviembre 17, 2008

ELAINE:
“No por admitir que un hombre es bien parecido te convierte necesariamente en un homosexual."
GEORGE:
"Pero tampoco ayuda"
Seinfeld. The Jimmy. Capítulo 19 de la sexta temporada. Año 1995

La señora Catalina Fernand. (no mencionaré su apellido completo por razones de discreción) me preguntó qué novedades tenía sobre el alquiler de su departamento. Le precisé que habían visitado el piso dos muchachos muy atildados y elegantes, Maximiliano y Alfredo, de aproximadamente veintiséis y veintisiete años respectivamente. La señora Fernand. me preguntó si eran gays. Tartamudeé un poco, confundido como quien compra un cedé de Virginia Inochenti, y recordé que ella no quería niños ni perros, por lo cual no sería raro que tampoco quisiese putos. Le dije que no me constaba que lo fueran, que por lo menos sus modos, gestos, amaneramientos, no revelaban una conducta no positiva hacia el bando de los machitos.
-Bueno, eso muchas veces no quiere decir nada -me advirtió-.
-Es cierto, pero yo, viendo una mano girada en determinada cabriola, te puedo decir casi con un noventa y ocho por ciento de precisión si al tipo en cuestión le gusta de los demás lo que él ya tiene –le dije, felicitándome por la elegancia en definirlos-.
Le iba a agregar quedate tranquila que yo los cazo al vuelo pero se me adelantó y me sorprendió:
-Mi hijo es gay –dijo como si me informara que su muchacho era repositor de supermercado-.
-Ah –dije y me apresuré a cambiar el libreto A por el B, y comencé a elogiar a la querida comunidad con genuino entusiasmo. Reconocí su pulcritud, orden, capacidad para llevar adelante emprendimientos, buen gusto en el vestir, etcétera.- ¿Y cómo te diste cuenta? –le pregunté, ya buscando zona de confesiones-.
-Porque era un poco afeminado y además estudiaba danza. Y porque un día me lo contó. Yo le dije que todo lo que hiciera iba a recibir mi apoyo porque no quiero que lo traten mal. Por suerte él está en un ambiente como el de la danza donde hay muchos gays y los que no lo son tienen otra visión con respecto a la homosexualidad. A mis padres les costó más aceptarlo. Mi viejito está muy resentido aunque a veces me pregunta cómo anda el mariposón. Mis otros hijos temen las cargadas de sus respectivas barras. Pero lo que sí te puedo decir es que, ahora que los conozco bien, preferiría alquilar mi departamento, antes que a una familia con sus perros, gatos y chicos, a una pareja homosexual…

Que me perdonen Alfredo y Maximiliano pero, a los fines del arrendamiento, los volví trolos.

sábado, noviembre 15, 2008





CRISTOFORO






Los músculos administran la tensión justa, la concentración es perfecta y no decae en ningún momento. Se percibe un absoluto equilibrio mente-cuerpo. Dominio de todos los componentes que hacen a la mejor consecución del fin propuesto. La vista clavada en la herramienta. La atención constante y sin respiros asegura el manejo total y el logro feliz del resultado final que habrá de concitar la admiración de todos y los dejará llenos, ahítos. Es Cristóforo Jimenez.
Extraordinario asador.

martes, noviembre 11, 2008




NOCHE SIN BRUJAS
En Uruguay se festeja Halloween, también llamada Noche de Brujas, a la usanza norteamericana. Los componentes comunistas de nuestro grupo de foot-ball players deploraron esa costumbre importada y la calificaron como un caso grave de colonización cultural. Quienes , en cambio, están persuadidos del fallecimiento de las ideologías, compartieron la alegría de esos gurises (niños y grandulones) disfrazados de dráculas, ménems y otros espantosos personajes, que pedían golosinas a los viandantes en las calles de Salto.
-Trick or treat -me dijo un botija ataviado como el mismo diábolo-.
-¿Tricotitas? No, gracias, chiquito, no tengo hijos pequeños. Si vendieras en lugar de tricotitas, pullovers equis ele, te compraría de mil amores -le repliqué-.
-¡Trick or treat!
¡Ah! Trick or treat. Al cabo de unos segundos caí. El chiquillo estaba repitiendo la fórmula de Halloween por medio de la cual se invita al interpelado a que le regale golosinas y chupetuchos. En cualquier caso, los argentinos que estábamos en la bella ciudad a orillas del río Uruguay, el 31 de Octubre de 2008, celebramos exultantes algo que suena parecido a Noche de Brujas, pero que no es lo mismo: Noche sin Brujas. Beautiful.


lunes, noviembre 10, 2008



CERVEZA PATRICIA




Una cerveza uruguaya con nombre de mujer. Qué bello. Si los hombres amamos por igual a las mujeres y a la cerveza, alguien tenía que hacer justicia poética y ayuntarlos. Cerveza Patricia. Los argentinos, que somos machistas, carecemos de bebidas con nombres de mujer. Todos los brebajes nacionales tienen nombre de hombre: Don Raúl, Tío Paco.
Un colaborador me sopla:
-Había una gaseosa que se llamaba Nora. Hay vinos con nombre de mujer: Santa Silvia, Santa Ana…
Le replico que las santas, es decir, aquellas mujeres que no probaron los goces del amor no son en puridad mujeres: lo dice la famosa letra, la mujer que al amor no se asoma no merece llamarse mujer…
-Hay santas que primero la vivieron lunga, que se asomaron al amor y hasta sacaron los brazos por la ventanilla –refuta mi asesor, apartándose del tema-.
Sincerémonos: en la Argentina no hay ninguna bebida popular que tenga nombre de mujer: no hay una cerveza Gladys, por ejemplo.
-Si, hay una bebida con nombre de mujer: Coca –insiste el adjunto-.
Le replico:
-Te estás haciendo el idiota y esto es un tema serio.
Somos un pueblo androcéntrico no nos neguemos a la evidencia
-Jotabé, whiskey. Tengo una prima que se llama Juana Bonfiglio. Jota y be…
-Seguís cargándome. Te estás buscando que te rompa la cara.
-¡Rhum Negrita!
-Negrita no es un nombre sino un sobrenombre, o una característica de mujer.
-Yo a mi mujer le digo Negrita... ¡Stella Artois!
-No es argentina. Por favor, retirate.
-Hay un vermut que se llama Marcela.
-Por favor. Si te necesito te llamo.
Y me rompió la teoría.

lunes, noviembre 03, 2008





EL GRAN SALTO (II)



El fin de semana que acaba de fenecer un grupo de futbolistas amateurs veteranos, en representación de nuestra asociación de fomento, viajó a la ciudad de Salto, en la República Oriental del Uruguay, con el fin de disputar un partido de fútbol contra un equipo uruguayo. Un bus charteado nos trasladó a la otra orilla atravesando el río Uruguay por la ciudad entrerriana de Concordia. Y apenas pisamos suelo oriental nuestros anfitriones, que al siguiente día serían nuestros contendientes, nos llevaron a un parque acuático anexo al hotel Horacio Quiroga, que lleva ese nombre en homenaje al gran escritor uruguayo que nació en Salto, para pasar la tarde en distintas piletas de agua caliente de graduación variada: una tenía 29 grados, otra, casi 40, y así. Correteamos como gurises para ascender los escalones que llevaban a unas cañerías gigantescas uno de cuyos extremos se encontraba a una altura insospechada mientras que el otro moría en una de las piscinas. Había que introducirse en una punta del caño montado en una especie de rueda plástica y salir por la otra como si fuera un intestino (es fácil imaginar qué cosa era uno dentro de esa poco feliz metáfora). Había ruedas para transportar una, dos y tres personas. Arrojarse por ese ducto supuso un entretenimiento emocionante y nos transportó a los tiempos de la infancia cuando los juegos que jugábamos nos dejaban el corazón latente y una exaltación que nunca más se iría a repetir en el futuro. Bueno, ahora, a los cincuenta y pico logramos el milagro de sentir cosas parecidas, lo único que el nombre exacto es taquicardia.
El partido internacional se jugó al día siguiente en el estadio del Nacional Fútbol Club, de Salto en cuya tribuna de cemento había un espectador cuando estaba por comenzar la brega pero con la primera pitada del colegiado el aforo alcanzó a las cinco personas sentadas, aunque el fotógrafo no pudo hacer la toma porque estaba jugando el partido.
El match se selló con un empate en tres (3 a 3) y nuestro equipo tuvo una actuación sencillamente soberbia. Lastimosamente nos empataron en el último segundo del tiempo adicionado, que el juez alargó con su reloj de goma. Pero lo peor es que el tanto estuvo viciado de nulidad: fue offside, no le tengamos miedo a las palabras. El autor de ese gol malsano, pidió la palabra, a los postres del banquete con el que nos agasajaron -que fue helado-, para expresar algunos conceptos, y los argentinos, que somos unos boludones sentimentales, creímos que iba a reconocer su actitud de adelantamiento antirreglamentario y solicitar las debidas disculpas. Pero lamentablemente eso no ocurrió sino que mencionó algo sobre que teníamos que ir a llorar a la iglesia y que calentitos los frankfurters, que significa pancho en uruguayo.
El mérito de nuestra actuación estuvo no sólo en que pusimos harta garra, no ya charrúa, sino querandí, guaraní, pehuenche, y quizás comechingona. Un obstáculo extra encontramos en el golero del equipo rival, ex arquero profesional, don Washington Moglia, quien jugara en varios equipos de la liga uruguaya, fuera compañero del gran goleador Fernando Morena e hiciera las divisiones inferiores en Nacional de Montevideo. Incluso llegó a estar preseleccionado para el plantel que representaría a Uruguay en el mundial de 1970.
Corresponde decir que los jugadores uruguayos no excluyen la autocrítica a la hora de colocarse apodos: a uno le llaman Corazón de ballena (es el bobo más grande de todos); a otro Tractor (es grande, lento y tiene pocas luces) y el propio tarzán oriental, Washington Moglia Olivera, declaró que él había sido el mejor jugador argentino.

Concluído el asado, que tuvo por suerte pocos y breves discursos, nuestra moderna unidad nos trasladó a las termas del Dayman para relajar nuestra musculatura sumergiéndonos en aquel caldo de people.
En el camino a las termas uno de nuestros muchachos nos regaló adentro del micro con una sesión de bus-dance, que amenizó el corto trayecto y nos hizo desear llegar más pronto. Ya en Daymán algunos integrantes del grupo fueron a una piscina bajo techo para practicar Acqua-dance. Muchos de los movimientos de esos hombres dejaron dudas en orden a sostener una virilidad, que con el baile acuático y los primorosos movimientos de sus manitas, quedaba en serio entredicho.
Nuestro plantel, que podríamos llamar internacional porque se compone no solamente de argentinos, sino que hay un paraguayo, uno al que llamamos “gallego” y otro “tano”, tuvo dificultades al principio del partido porque la visita a las termas del día anterior nos ablandó. Quizás por ello tuvimos que lamentar a tres lesionados: uno del tobillo, otro de la gota y el último de la rodilla. No computo como lesiones a los accesos de histeria. El joven afectado de la rodilla viajó a la vuelta pegado a una botella, ¡ojo!, a una botella de gaseosa que contenía agua congelada para aplicar sobre la zona adolorida. Con todo, el partido fue jugado limpiamente y eso puede parecer milagroso si hablamos de argentinos jugando al fútbol contra uruguayos. Es obvio que ambos queríamos ganarnos porque eso está en la esencia de la competencia. Eso y gastarnos como nos gastaron los celestes cuando consiguieron el empate, en la última exhalación del encuentro, con ese gol contaminado del ágil delantero llamado El Bola.
En resumen, totalizamos tres días de felicidad, sana diversión y beneficiosas inmersiones en agua caliente, lo que por momentos me hizo sentir como un raviol que espera llegar su punto óptimo de cocción adentro de la cacerola humeante.

No me puedo ir a la cama sin resaltar una vez más la hospitalidad y generosidad de los amigos uruguayos con los que atesoramos una amistad y confianza que fue creciendo a lo largo de los siete viajes que hicimos a las vecinas orillas, la de ellos y la nuestra, y eso nos autoriza a decirnos argentinos muertos de hambre y uruguayos piojosos sin que nadie lo tome a mal. Andamos a los besos, no vas a creer, vo.
GALERIA FOTOGRAFICA
1 Cartel de bienvenida en el paso Concordia-Salto
2 Integrantes de ambos planteles mostrando sus músculos en el parque acuático.
3 Ambos planteles reconociendo el terreno del estadio.
4 Hinchada del equipo uruguayo.
5 Plantel argentino
6 Ambos planteles.
7 El Bola nos recomienda que vayamos a llorar a la iglesia.
8 Haciendo acqua-dance el día en que en la Argentina se realizó la marcha del orgullo gay.
9 El gran golero uruguayo Washington Moglia Olivera.
10 Bailando en el agua con la música de una banda oriental.
11 Iglesia de Salto adonde El Bola nos mandara a llorar.
12 Este blog está patrocinado por Pilsen.
13 Señorita linda duchándose.
14 Bus del plantel argentino.
15 Río Daymán.
16 Bailando en el micro La Balsa (después el danzarín se hundiría con balsa y todo)
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