viernes, agosto 29, 2008

SOLUCIONES PRACTICAS PARA LOS PROBLEMAS DEL DIARIO DEVENIR.

¿Cómo se puede leer un libro cuando se tiene ambas manos ocupadas?. Hay lecturas que no se pueden dejar ni siquiera en los momentos en los que una actividad importante reclama el uso de nuestros garfios. Por desgracia, no hay demasiados textos que a uno le despierten una pasión tan impostergable que no le permitan dejar hasta no acabar. Siempre hablando de textos.
Hoy, sin ir más lejos, preparaba los avíos para el desayuno, lo cual reclama el concurso unánime de mis dedos manuales, pero me hallaba cautivo de una trama palpitante. Entonces ideé un recurso salido directamente de mi magín para no interrumpir la lectura mientras colocaba en la mesa el café, las tostadas, la servilleta, el dulce de rosa mosqueta, el jugo de naranjas, etcétera. Y vaya si la lectura lo ameritaba: Soldados de Salamina del español Javier Cercas, que recomiendo como si me creyera Oprah Winfrey. El adminículo que muestra la foto se compró alguna vez en un todopordospesos -por tres pesos con cincuenta- y sirve, barrunto, para poner adentro servilletitas de papel. Digo barrunto porque en aquellos establecimientos se exponen variedad de artículos cuyas funciones pueden ser más de dos, o bien, ninguna. La conformación material de los libros de hoy-día no permite que se los despliegue como un matambre mariposa. Si lo intentas, o rompes el encuadernado y lo desbaratas o vuelve a cerrarse como lo hace la concha cuando llega un cuerpo extraño (marina, digo). Entonces, abrí el libro y lo inserté abierto en la sandía de mentirijillas (ver foto. Yo espero) lo cual permitía que se mantuviese de tal guisa sine die, aunque era menester extraerlo, cambiar la hoja y volver a insertarlo cada vez que se quería avanzar en la lectura. Eso es lo que yo llamo una solución ingeniosa. No me envanezco si digo que en mi sesera se puede encontrar un yacimiento, bien que no renovable, de inteligencia, entendiéndose por tal la capacidad de solucionar problemas en forma inmediata con las herramientas de que se dispone en el momento.






















TRIVIA: Otros métodos para leer un libro sin usar las manos, como por ejemplo, leer en el ordenador, y lo pueden usar.
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miércoles, agosto 27, 2008


CLEMENTE O GLENDA ?

En el año 1953 se estrenó el film Glen or Glenda? dirigido por el norteamericano Edward Wood Jr. quien se hizo célebre como el peor director de la historia. Se conoce que los directores argentinos no participaron de la compulsa lo que salvó a los Torre Nilssons y a los Favios de ser incluídos en el canon. La película de Ed Wood aborda el tema del travestismo, una audacia inaudita en épocas en que el macartysmo hurgaba en toda manifestación artística a la búsqueda de comunistas, degenerados y sinvergüenzas. El argumento de la obra es sencillo: Glen ansía poder contarle a su esposa que le gusta vestirse de mujer, aunque no es homosexual. Se trata de una compulsión que no puede evitar, le encanta usar sweaters de angora y peluca. La cinta plantea que es perfectamente posible que existan personas que gustan vestirse como las damas sin que eso altere un ápice su condición viril, sencillamente les agrada cómo les queda aquel vestido para lucir sus piernas torneadas, disfrutan cuando el color de aquella blusa resalta sus ojillos. El periodista Guillermo Cherasny, sin ir más lejos, se agregó pechitos y nadie podría sospechar que tiene inclinaciones -aunque hace tiempo que volcó-. Vestirse de mujer, intenta explicarle el sufrido Glen a su mujer, de ninguna manera pone en entredicho su condición sexual. Clemente, nuestro compañero de fútbol, por su parte, animó la fiesta de la gimnasia caracterizado como su tía, con el genuino afán de procurar una rato de sana algazara y jocundo divertimento.


sábado, agosto 23, 2008



ILUSIONES DE TEEN-AGER


Con mis mejores amigos nos juramentamos armar una banda de música beat con ese voluntarismo que hay implícito en quien todavía huele a espíritu adolescente. Para formar un conjunto musical es necesario conseguir instrumentos a menos que la intención sea organizar una agrupación coral en cuyo caso solamente bastaría con comprar túnicas como las que usaban Las Voces Blancas en el sesenta y pico.
Fuimos a ver equipos y precios a casa Daiam y observamos con desilusión que el dinero que albergaban nuestras faltriqueras nos alcanzaba apenas para una maraca (y de las que tienen la menor cantidad de garbanzos en su interior). Cómo acopiar los fondos que permitiesen comprar instrumentos y equipos. Hasta allí solamente disponíamos de una guitarra ¡con vibrato! Faltaba la batería, otra guitarra, un bajo y los amplificadores.
Uno de los integrantes (Guillermo) tenía inclinaciones (que no facilidad) por la electrónica y diseñó un artefacto inspirado en las ondas Martenot. Las ondas Martenot es un instrumento electrónico inventado en 1928 por el músico e ingeniero francés don Mauricio Martenot. ¿En qué consisten? Cuando se presiona una tecla suena un único sonido, esto es, no produce notas simultáneas, es una verdadera porquería, bah, aunque Bryan Ferry y Radiohead supieron usarlo alguna vez. Nuestro instrumento, basado en el del genial francés, se llamó ondas Freskanot, que así las bautizó su inventor, nuestro amigo Guillermo (cuyo sobrenombre era Freska). Era un pianito de juguete cuyas teclitas estaban conectadas a unos cables. El aparato, que producía un ruido ensordecedor, cacofónico, espantoso, muchas veces obligó a nuestros vecinos a llamar a la policía, siempre remisa cuando se trata de reprimir el delito pero presta para aplastar las genuinas manifestaciones del arte. Entonces teníamos la guitarra y las ondas Freskanot. El baterista (Guillermo) era el único del grupo que cobraba de sus padres un sueldo para ser hijo y todos los sábados concurría a la Galería Internacional a comprar ropa (importada). De manera que ahorrando un poco, esto es, adquiriendo algún jean índigo blue (importado) menos por mes, alguna campera Lee (importada) menos, podría ir incorporando tambor por tambor comenzando por el redoblante y así sucesivamente. Faltaba el amplificador. Era imposible oblar los precios que exigían en las casas de música. Por esos días nos enteramos de que en el barrio había un ingeniero alemán que armaba amplificadores caseros. Aunque también eran caros no lo eran tanto como los forraditos en cuerina negra de casa América. Con sumo esfuerzo y habilidad negociadora le compramos al nazi un amplificador usado que pagamos, una parte en pesos ley y la restante con discos, muchos discos usados que tenía Guillermo (Freska), regalo del padre, dueño de una disquería, que siempre le llevaba a su muchacho los álbumes que no le podía vender a nadie. Dentro de esa pila había material de grupos tan ignotos como The Frost y Merryweather. Creo que también le entregamos a Hans algo de ropa usada. No digo de la ropa (importada) de Guillermo, porque ésa era sagrada.
Por fin pudimos componer y ejecutar mucha de la música que...

Pero eso da para otra historia.

jueves, agosto 21, 2008

ORIGENES DE UNA BANDA DE ROCK


Relaté en la anterior entrega que con mis amigos decidimos formar un conjunto de rock cuando vimos a Almendra en el teatro Astral porque ese evento cuasimístico supuso una verdadera epifanía para nuestros espíritus. Los antecedentes musicales del futuro cuarteto eran más bien escasos: yo de niño había estudiado guitarra con la señorita Jenny (solfeo y teoría), Guillermo era nieto del compositor y musicólogo argentino Josué Teófilo Wilkes (1883-1968); un tercer integrante (Guillermo) tenía un padre que era dueño de una disquería; y al último (Guillermo) se le puede acreditar que su padre poseía un extraordinario combinado, pero después de todo no era tan importante que supiese música porque sería el encargado de apalear la batería. Difíciles gestiones supuso conseguir los instrumentos y ni qué decir de los amplificadores de sonido, una vez que nos enteramos que las guitarras eléctricas no se enchufaban en la pared. Uno de nosotros, Guillermo, tenía un padre asaz autoritario que no le liberaría ni un centavo para la compra de esos insumos. Es más, no sólo no le procuraría fondos sino que, de enterarse de su proyecto musical, lo molería a patadas mocoso de mierda póngase a estudiar y sáquese de la cabeza esas mierdas de jipis. A despecho de aquellas contrariedades, Guillermo fue el primero en conseguir instrumento, una hermosa guitarra eléctrica marrón oscuro ¡con vibrato! que le regaló su adorable tía Elsita, a la sazón enrolada en una línea ideológica contraria a la del páter. Ese día Guillermo se apareció en el colegio con el cable de la viola que mostró con auténtico pánico, extrayendo apenas una puntita de su bolsillo interno por temor que alguien se enterase de su adquisición y le pasara el dato al bravo progenitor. Con el fin de juntar dinero para equipar a la banda salimos a vender casa por casa cepillitos de terciopelo para quitar el polvillo de los discos y púas para tocadiscos que nos procuró Guillermo, tomados de la disquería de su padre. También organizamos bailes en alguna de nuestras casas para recaudar fondos. En una de esas jodas (así se llamaba a los bailes) Guillermo se encargó de hacer de disc-jockey montando el winco y apilando los discos al aire libre. El papá le permitía hacer la fiesta en su casa, siempre que fuese de día, por lo que una buena cantidad de simples de vinilo (muchos de ellos prestados) se derritieron horriblemente por efecto del calor solar y se echaron a perder. Así se transformaron en espantosas esculturas negras: Azúcar Azúcar, La rueca, Orgullosa María, Lo escuché a través de la parra, Mala salida de la luna* y otros más. Una desgracia. Pero eso no arredró ni amilanó nuestra vocación, antes bien la potenció. Y pudimos, al final de un largo y estrecho corredor, donde recibimos variedad de cachetazos, trompicones y patadas, componer y ejecutar mucha de la música que…
Pero eso da para otra historia.

*En mis tiempos las cubiertas de los discos venían con los títulos de las canciones escrupulosamente traducidas al castellano.

martes, agosto 19, 2008


ALMENDRA EN EL ASTRAL

El concierto de Almendra fue el primero al que asistí en mi vida. En el año 1970 se llamaba recital y tampoco se decía banda sino conjunto. Fui con unos amigos desde mi barrio de la provincia de Buenos Aires hasta el teatro Astral en la que hoy es Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pero en esas décadas se mentaba Capital Federal. En aquel recital participaba, a manera de grupo soporte, que no se llamaba así sino de ninguna manera, una agrupación de desafortunada actuación, no tanto en orden a su performance artística, que no recuerdo bien, sino por su nula entrada emocional entre el público, por la escasa empatía que despertó en la concurrencia, sedienta de Luis Alberto, Edelmiro, Emilio y Rodolfo, bah, los primeros Beatles nacionales. Volaron desde la platea tomates, lechugas y otras diversas verduras de hoja. Tres integrantes del conjunto, que se llamaba Análisis, optaron por hacer mutis por el foro, retirarse por donde habían venido. Uno de ellos, el cantor y guitarrista, un joven carilindo y pintiparado llamado José Luis Rodriguez, que años más tarde se haría célebre con el sobrenombre artístico de Silvestre, cantor de baladas boludas, se quedó unos pocos minutos sobre el tablado defendiendo a pura dignidad su número artístico. Pero eso duró hasta que el escenario se convirtió en una huerta, o mejor, en frutería-verdulería porque los vegetales ya no estaban in terram. Al fin optó por imitar la conducta de sus compañeros no sin antes pronunciar una frase que nos quedó grabada:
…Y EN BIAFRA SE ESTÁN MURIENDO DE HAMBRE
En efecto, en esa época existía una tremenda hambruna en el país africano y cada vez que en la Argentina se desperdiciaba la comida, o se la ingería en exceso, alguien pronunciaba el pensamiento tópico
…Y en Biafra se están muriendo de hambre.
Gracias a la intolerancia del público arrojaverduras se hubo de adelantar la presentación de Almendra que inauguró su recital con la extraordinaria canción Ana no duerme. Un comienzo sencillito. Hacía poco que los músicos de Belgrano habían sacado el segundo long-play, que así se llamaban los discos en aquellos tiempos, y hoy carecen de nombre porque no tienen soporte material sino virtual. El disco era doble y presentaba algunos temas de una ópera inconclusa, en tiempos en que comenzaban a ponerse de moda las llamadas óperas-rock. Pero no la pudieron terminar porque se separaron. Por supuesto que tocaron Muchacha (ojos de papel), Fermín, A estos hombres tristes y otras canciones perfectas. Ese día decidimos con mis amigos formar un conjunto de rock (una banda), que se llamaría Prokrout Bell y que compondría y ejecutaría mucha de la música más… Pero eso da para otra historia.

miércoles, agosto 13, 2008

VEINTE CARAS BONITAS

-Yo no lo voy a engañar, señor...
-Julio
-Necesito ese local para poner un cabaret. Así sin rodeos, tiqui tiqui. Lo habilito como pool, claro, después le agrego las piezas y las minas. Yo soy camionero pero estoy repodrido de los camiones. Mis camioneros se llevan cuatro lucas por mes y no viene ayer uno y me dice que no puede ir a trabajar porque tiene que acompañar a su esposa al médico. ¡Que vaya en remise, la puta que la parió! A mí un camión parado me significa una pérdida diaria de 500 mangos, así tiqui tiqui. Limpios vienen a ser doscientos cincuenta pesos porque tengo sacar el sueldo del inútil y todo lo demás. Por eso estoy repodrido y quiero poner un cabarute. A mí la noche me tira de alma. Hace años con mi suegro teníamos uno en Morón, Veinte caras bonitas, lo debe haber sentido hablar.
-Sí, veinte caras bonitas veinte.
-No. Veinte caras bonitas veinte serían cuarenta y mi local no era tan grande. Bueno, sigo, pongo un par de mesas de pool, cuatro o cinco señoritas, las paraguayas son muy lindas, buena bebida, tiqui tiqui y sacás treinta mil pesos limpios por mes. Es sencillo, viene el tipo, pide una copa para él, otra para la señorita, quince pesos cada uno, ya tenés treinta mangos de consumición, así tiqui tiqui. Después se lleva la señorita a la pieza. ¿Cuánto mide el local?
-Trescientos cincuenta metros.
-Fenómeno. Me da para hacer cuatro piecitas en el fondo. El servicio son veinticinco minutos, tiqui tiqui, noventa pesos. Después quince minutos para limpiar, dar vueltas las sábanas, secar lo que haya que secar, sacar la camisiña y tiqui tiqui. Eso sí, tenés que adornar a la comisaría, a toxicología, a la municipalidad y a la concha de la lora. Así no te jode nadie.
-La dueña del negocio es una dama de la parroquia.
-Eso, me olvidaba, para el cura van mil por mes, mínimo.
Organicé la reunión de negocios sabedor de que juntaba a Villavicencio con Marolio.


Agradezco al señor Vanessa Show por su participación en la producción fotográfica de Veinte caras bonitas.

lunes, agosto 11, 2008


SOBRE LA FOTOGRAFIA
En los lugares que visité en estas vacaciones todas las personas adultas tenían cámaras fotográficas -la mayoría digitales- y sacaban fotos de todo sin mirar ni menos apreciar la divinura del paisaje ni los movimientos de la naturaleza. Tengo un amigo que era de mucho viajar pero nunca llevaba cámara ni filmadora ni nada y jamás le quedaban registros de los países que pisaba. Cuando se le objetaba esa ausencia de álbumes, slides o videocasetes en sus anaqueles él alegaba que todo lo bello le quedaba grabado en sus retinas, que no necesitaba disponer de registros objetivos. Los excursionistas entre los que estuve durante los últimos días no parecían estar adscriptos a la filosofía espiritual y despojada de mi amigo, ascética diría si conociera en puridad su significado. Todos sacaban fotos y en sus rostros se veía la preocupación antes que el placer, la tribulación de captar el mejor ángulo, la mejor luz, el mejor fondo antes que el gozo de apreciar aquella flor, este pajarillo errante, aquesta montaña. Yo tenía mi cámara digital y también sacaba fotos y filmaba videos con mi teléfono celular, y si hubiese tenido una cámara súper ocho también la habría utilizado. Un cuaderno para dibujar o una pizarra con tizas multicolores no me hubiesen venido mal. Y siempre llevo una libretita para traducir en poemas todo aquello que halaga mi visión*.
Con todos mis colgajos captaba los paisajes pero también sacaba fotos de gente sacando fotos. He llegado a sacar una foto de un hombre que le sacaba una foto a una señora que le sacaba una foto a su marido. Es una imagen más larga que ancha. Las fotos con fondos de paisajes tienen la función de prueba documental para que el o la viajante acrediten que estuvieron en tal lugar y lo puedan testimoniar ante las brujas de la feria o los brujos de la oficina. Como dice la fallecida escritora Susan Sontag en su ensayo Sobre la fotografia (de quien hurté el título para la presente monografía): “Las fotografías son la prueba irrecusable de que se hizo la excursión, se cumplió el programa, se gozó del viaje”.
No otra razón –y esto lo digo yo- puede haber para justificar esa obstinación en sacarse fotos que tienen algunas personas que poco colaboran con el paisaje en orden a la estética y la armonía de sus formas.
Por último quiero referirme a la sonrisa en la foto. Alguien a quien conozco obligaba a su chiquillo a sonreír cuando estaba por sacarle una foto en algún paraje turístico y como el niño se negara o simplemente no pudiera porque no le nacía, el padre lo forzaba pegándole un cachetazo lo cual hacía más dificultosa para el futuro la posibilidad de la sonrisa. Nico hoy tiene 30 años y ya terminó su tratamiento psicológico.

*Tengo una poesía que dediqué hace tiempo a la laguna de Chascomús, en setenta y cinco versos de cuarteta asonantada, que está rebuena.

jueves, agosto 07, 2008

VIAJEROS DEL TIEMPO
Me he tomado unos días de vacaciones junto a mi señora viajando adentro de un transporte a motor durante hartas horas. Aquella cáscara metálica supuso una verdadera casilla rodante donde se comía, se dormía, se soñaba e incluso se realizaban las abluciones y excreciones más insospechadas. El lugar de destino constituía una mutación extraordinaria con relación al paisaje originario de nuestra rutina diaria, al punto de que al cabo de aquellas infinitas horas cambiaba el color de la tierra, el clima, la disposición de las casas, la comida, los animalillos que te caminan al lado, la lengua, la bebida, las frutas. A propósito, he comido frutas cuyo nombre desconocía y que no sabían a nada. Es un viaje que los niños de la ciudad soportaban a duras penas pero respetaban sus horarios inamovibles para romper las pelotas de todo el pasaje y de sus propios familiares (son muy demandantes se dice ahora). Además, esos pobres infantes citadinos se asustan cuando una mariposa tecnicolor se les posa sobre el hombro. He visto a un purrete (Braiancito) que tuvo un ataque de histeria cuando uno de esos insectos hizo una escala técnica sobre su buzo. Una vez que el padre removió el lepidóptero de su cuerpecito, Braiancito se quedó como una hora sacudiéndose el hombro como si se quitara la caspa. Sospecho que le quedará el tic para el resto de su vida.


martes, agosto 05, 2008

CLAUSTROFOBIA

A este señor yo lo llevé a ver un piso desocupado. Lo recorrimos mientras le informaba éste es el baño ésta es la cocina y él me miraba como diciendo ya lo sé boludo ya lo sé boludo. Pero todo me indicaba que el bien raíz le gustaba de alma, tengo esa especial percepción que les viene a los vendedores experimentados cuando el lazo sobrevuela sobre el cráneo de la presa. Terminada que fue la visita me disponía a cerrar todas las aberturas suponiendo que el hombre ya había bajado hacia la planta principal del edificio. Una vez aplicada la última vuelta del llavín, busqué la puerta de entrada, la cerré y descendí las escaleras hasta la planta baja. Pero el hombre no estaba. Qué guarango, pensé, por lo menos podría haber saludado. Además, me juzgué fuera de forma ya que había pensado que lo tenía y no. Imbécil. Me fui silbando una canción de Elder Barber en la mañana helada. Cuando llegaba a la esquina para doblarla escuché gritos: ¡Socorro! ¡Socorro! El hombre había quedado dentro del departamento y desde el balcón, con una pierna subida a la barandilla, gemía y gritaba como un desquiciado. Subí de a dos los escalones y lo encontré tirado en el suelo del balcón cubriéndose la cara con las manos. Estaba sin su chaqueta, tenía la cara rasguñada y sangrante, la corbata suelta, la camisa desabotonada y la bragueta abierta. Me acordé de la historia de cierto cataléptico que se había despertado adentro del féretro, bajo la tierra y que antes de morir (¿volver a morir?), esta vez de un infarto, se había dañado horriblemente la cara, así como las paredes de madera de su sobretodo eterno, ante la desesperación por la imposibilidad de egresar. Mi candidato estaba igual.
-Sufro de claustrofobia -me dijo, recuperada en algo la serenidad mientras se enjugaba las lágrimas y la sangre con el puño del sweater y se subía la cremallera de la bragueta-.
Lo ayudé a bajar las escaleras.
-Lo que me ha hecho no tiene perdón de Dios, señor Julio -agregó adelantándose al juicio del Altísimo-. Antes que a usted prefiero comprarle a Guillermo Moreno, mire lo que le digo.
Es duro escuchar eso.
Ah, la causa de su retraso dentro del piso fue porque la mañana fría le había dado ganas de orinar. Mientras se manipulaba la salchichita para la excreción en el baño de servicio escuchó la canción de Elder Barber y al punto reconoció mi silbido. Entró en pánico al encontrarse solo en el departamento y con la puerta cerrada.
Ah, el claustrofóbico supo que el que silbaba el tema de Elder Barber era yo porque, cuando nos encontramos media hora antes para la visita concertada en la entrada del edificio, yo entonaba con mis labios aquella página (Canario triste) lo cual nos instó a un amable comentario inaugural que suavizó y le dio un tono cordial a la recorrida.
El piso continúa en venta.
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